sábado, 23 de febrero de 2019

El liderazgo de España



“Oh Patria! Cuántos hechos, cuántos nombres;
cuántos sucesos y victorias grandes...
Pues que tienes quien haga y quien te obliga,
¿Por qué te falta, España, quien lo diga?”
Lope de Vega

Se avecina todo un maratón de elecciones en los próximos meses y será bueno pensar en el bien de España: su presente y su futuro, sus fortalezas y oportunidades, sus debilidades y amenazas. Cuando las oportunidades se presentan cabe preguntarse si estamos preparados para afrontarlas con la determinación y confianza necesarias. Ciertamente el horizonte de los próximos meses para España son una oportunidad para reivindicarse como nación, para sentirse orgulloso de ser españoles. Y es que sobran motivos para el optimismo, frente a tanto catastrofismo y negacionismo de lo que somos y de lo que hemos sido capaces de hacer. Y peor aún, de lo que seremos capaces de conseguir. Nuestro Rey apela continuamente a este sentimiento, a reconocer nuestro legado histórico y a valorar lo mucho que podemos conseguir si permanecemos unidos.

España es un claro ejemplo de liderazgo. Líderes son aquellos que son capaces de movilizar y entusiasmar a sus seguidores, para que con implicación y compromiso, sean parte del proyecto compartido. Un breve repaso de ejemplos de ese liderazgo ofrece las grandes fortalezas de lo conseguido:
  • Política: España como modelo de transición política, que es considerada mundialmente como  ejemplo de convivencia y consenso, de reconciliación y pacto. 
  • Deportes: España cuenta con equipos de fútbol como el Real Madrid y el Barcelona que tienen seguidores y aficionados en todo el mundo, o con tenistas como Nadal, que es una de las leyendas de tenis mundial, o a la joven Carolina Marín que ha puesto a España en la cima del bádminton.
  • Turismo: España cuenta con una impresionante muestra de historia y patrimonio. Nada menos que 15 ciudades españolas han sido declaradas por la Unesco como Ciudades Patrimonio de la Humanidad, Córdoba entre ellas, convirtiéndose en el tercer país del mundo con más lugares declarados Patrimonio de la Humanidad. Además, es el primer destino del mundo en turismo vacacional, y continúa manteniendo el primer puesto mundial en banderas azules sobre playas. 
  • Historia: España es sinónimo de riqueza histórica, representa todo un valioso legado que explica lo que somos. Conquistadores, militares, reyes y héroes de muchas épocas que son un referente para entender lo que somos.
  • Gastronomía: España cuenta con una enorme riqueza gastronómica de sus diferentes comarcas, un gran atractivo reconocido por millones de turistas que nos visitan cada año.
  • Clima y Naturaleza: España cuenta con un clima envidiable y ocupa el tercer puesto mundial en Reservas de la Biosfera, y entre ellas el Parque de Doñana, la mayor reserva biológica de Europa.
  • Idioma: España tiene la segunda lengua más hablada del mundo, y sus escritores como Cervantes, Quevedo, Góngora, etc., son representantes de lo mejor de la literatura mundial.
  • Religión: España ha sido cuna de grandes santos y doctores de la Iglesia Católica: Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, etc. son algunos de los referentes para la Iglesia y la humanidad y han puesto a España en la cima de la religiosidad popular.
  • Sanidad:  España cuenta con una de los mejores sistemas de salud del mundo, lo que explica el llamado turismo sanitario. Además España se sitúa desde hace 26 años como líder mundial de donaciones y trasplantes de órganos.
Los españoles somos poco atrevidos a valorar lo conseguido, a reconocer los méritos y a destacar los logros alcanzados. Ciertamente los españoles tenemos un concepto de nosotros mismos inferior a la que tienen fuera de nuestras fronteras. Esta percepción viene de lejos, pues arrastramos creencias negativas y complejos que nos perjudican y lastran a la hora de reconocer lo mucho que se ha conseguido. La baja autoestima como país influye negativamente en nuestro desarrollo individual y colectivo como sociedad. Como dice Lope de Vega en su famosa cita, seamos los españoles los primeros y orgullosos defensores de lo que somos, de lo conseguido y de nuestros héroes. En definitiva, España cuenta con fortalezas y oportunidades que hacen que su liderazgo sea un motivo de orgullo y reconocimiento.

Nuestro Rey apela continuamente al liderazgo de España, a sentirnos orgullosos de lo conseguido, del magnífico trabajo realizado que confirma una vez más a España como una nación con vocación y capacidad de liderazgo, como un socio responsable, fiable y leal con los compromisos internacionales asumidos. Apela a alimentar la maltrecha autoestima nacional, tan empobrecida durante tanto tiempo, afirmando: “Tenemos capacidad y coraje de sobra. Tenemos el deseo y la voluntad y hemos de sumar la confianza en nosotros mismos. Esa es la clave de nuestra esperanza en el futuro, la clave para recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional.”

Recuperemos pues, en este momento histórico para España, en la que los ciudadanos tienen una vez más la palabra para decidir, aquello que Ortega y Gasset defendía en su "España invertebrada", planteando a la nación, a España, como un proyecto común, la verdadera clave de su liderazgo:
"En toda auténtica incorporación, la fuerza tiene un carácter adjetivo. La potencia verdaderamente substancial que impulsa y nutre el proceso es siempre un dogma nacional, un proyecto sugestivo de vida en común. Repudiemos toda interpretación estática de la convivencia nacional y sepamos entenderla dinámicamente. No viven juntas las gentes sin más ni más y porque sí; esa cohesión a priori solo existe en la familia. Los grupos que integran un Estado viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo".

sábado, 2 de febrero de 2019

El político eficaz



"La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti"

Adolfo Suárez


El político es en la actualidad una pieza clave en el diseño y ejecución de las políticas públicas. Más allá de su rol como impulsor entre directivos públicos, trabajadores públicos y ciudadanía, el político influye, a través de sus decisiones y acciones, en los objetivos de las organizaciones que dirige. El político lidera la selección de programas, de objetivos y alinea valores, y es clave para superar las inherentes complejidades del sector público. Ciertamente, el liderazgo del político será un factor clave para el éxito organizativo, la efectividad y el desempeño de cada administración pública.

La relación entre liderazgo y dirección inicia sus pasos en el sector privado, basándose en los rasgos psicológicos y personales del líder: logros, energía, ambición, tenacidad, autoconfianza, creatividad o flexibilidad. Posteriormente ha tenido un amplio desarrollo en diferentes teorías o modelos del liderazgo. En cambio, en la gestión pública existe un cierto subdesarrollo de esta disciplina, vinculado tanto al debate normativo sobre el rol del directivo público como a las dificultades técnicas para el estudio del liderazgo.

El político eficaz en un alegato a favor de un liderazgo ético en el que las personas ocupan un lugar preferente en la política. Las personas son la base de un país, de las empresas, de los equipos, de las decisiones, de los proyectos. Es una apuesta por definir un modelo de político exigente en los resultados pero comprometido con las personas que los posibilitan. Ciertamente, el ser humano es lo más valioso que tiene cualquier organización, pero también lo más complicado de dirigir. Esta afirmación, encierra todo un mensaje de por donde debe transitar la gestión, el desempeño de un gestor, ya sea político o directivo. Es decir, una gestión que se fija en las personas para poder liderar un proyecto ilusionante, compartido entre todo el equipo de colaboradores, pero a la vez, una gestión que no se esconde ante la dificultad de dirigir personas para alcanzar proyectos ambiciosos.

Si se pudiera inventariar los elementos que configuran el perfil de un buen político y gestor, se trataría de una radiografía de cuáles deben ser las actitudes y aptitudes que debe poseer un político si quiere conseguir que su gestión pueda llegar a ser eficaz. Estos elementos constituyen todo un plan de acción para el que quiera afrontar la difícil tarea de ser un político eficaz. Son todo un conjunto de habilidades, virtudes y fortalezas. El político eficaz está permanentemente tomando decisiones para cumplir con sus objetivos. Por tanto, es la toma de decisiones la actividad que mejor define la función política, y en la que se involucran necesariamente a las personas. En este sentido, la tarea del político eficaz está identificada con los cuatro elementos siguientes:
  • Generador de decisiones: su responsabilidad radica en que debe tomar las decisiones adecuadas mediante el empleo de técnicas y la aplicación de los criterios necesarios para alcanzar los objetivos propuestos.
  • Gestión de personas: su responsabilidad es lograr que las personas a él encomendadas hagan lo que tienen que hacer, en el momento en que lo tienen que hacer y de la manera como se debe hacer.
  • Coordinador de procesos: su responsabilidad es que las diferentes áreas funcionales se ensamblen de tal manera que se obtenga una unidad coherente y orientada hacia un objetivo común.
  • Visión fuerte y convincente: el desarrollo de la visión es una de las habilidades más importantes en el político, que conoce el rumbo que quiere seguir, que tiene proyecto. Los políticos con visión son personas de ideas y forjadores de conceptos.
Como conclusión, frente a la tendencia de la política que trata de privilegiar logros y realizaciones, en conceder mayor valor a aquello que ha conseguido que a la manera de hacerlo, el político eficaz alcanzará el éxito cuando encuentre el equilibrio entre la eficacia de los resultados y la calidad de la gestión y optimización de los recursos, a través del despliegue de todo un inventario de habilidades, actitudes y fortalezas personales. En consecuencia, se puede decir que para ser un buen político, un político eficaz, es, en parte ciencia y en parte arte.

Liderazgo, preparación técnica, ejemplaridad, motivación, sacrificio, capacidad de negociación, integridad personal, visión, etc. El buen político no nace, sino que se hace. El buen político raramente sale de "fábrica" con las virtudes que harán de él un político ideal. Será aconsejable, imprescindible en determinadas responsabilidades, acumular una trayectoria profesional de éxito como directivo de empresas, lo que le permitirá no concebir la política como una profesión sino como un verdadero paréntesis profesional de servicio público y vocación al bien común, en el que tomar decisiones difíciles será la norma y la horma del político eficaz, frente a las decisiones fáciles y cómodas, propia de otros políticos que no merecen tal responsabilidad.