lunes, 14 de abril de 2014

Desafíos



"De todas las virtudes que podemos aprender no hay otra característica más útil, más necesaria para la supervivencia y con más probabilidades de mejorar la calidad de vida que la capacidad de transformar la adversidad en un desafío que pueda proporcionarnos disfrute"

Mihály Csíkszentmihályi

Dice Mario Alonso Puig que el vivir es un asunto tan importante, urgente le llama él, que es fundamental contar con el apoyo necesario para afrontar los desafíos que se plantean en nuestras vidas, proporcionándonos alegría, ilusión, tranquilidad y confianza. Efectivamente, los desafíos que nos ponemos y buscamos nos ofrecen la oportunidad de superarnos, de salir de nuestra comodidad, de la zona de confort. El desafío nos debería proporcionar la satisfacción de ir consiguiendo lo que nos habíamos propuesto.

Los desafíos proporcionan ilusión, afianzan la motivación y la fe en nosotros mismos. Nos genera un estado de atención y alerta muy beneficioso. Hace crecer nuestra autoestima y proporciona un disfrute a modo de recompensa que te anima a continuar. 

A Mario Alonso Puig le gusta recordar la célebre frase de Santiago Ramón y Cajal: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. Es decir, embarcarse en nuevos desafíos provoca cambios biológicos e identidades transformadas. Esto es fantástico. Las personas que se atreven a salir de su zona de confort, de su comodidad, que abrazan la incertidumbre, a pesar de las dificultades, de los cambios, de las frustraciones, de los miedos, que siguen teniendo fe, siguen teniendo pasión, descubren el tesoro de experimentar la grandeza de que los desafíos te hacen progresar, como persona, como profesional, como deportista.

Los desafíos son cosa de cada día. Cada día es una oportunidad de encontrarlos y formularlos. Es fundamental pararse a pensar y ordenar las ideas, dedicar tiempo a soñar y a profundizar en las posibilidades y opciones que tenemos para cambiar lo que debamos cambiar y a definir nuestro camino a seguir. Siendo realista y con los pies en la tierra, los desafíos nos proyectan y permiten alcanzar y avanzar. Superar los desafíos que nos planteamos nos pone a prueba, nos hace desplegar y desarrollar todas las habilidades que disponemos. Nos hace esforzarnos en salvar carencias, debilidades, para superarlas y mejorarlas.

Los desafíos a veces nos sorprenden cuando descubrimos lo que somos capaces de hacer. El esfuerzo y el tesón por alcanzar algo siempre tiene recompensa, y ésta no tiene precio. Como dice Csíkszentmihályi en la cita que he escogido para esta entrada, no hay experiencia que provoque más disfrute que una adversidad, dificultad o esfuerzo cuando lo convertimos en un desafío. Recientemente he experimentado esto mismo, en la prueba Desafío Torcal sur 14, una durísima prueba de trail de 43 kilómetros. Tras 7 horas de marcha por un espectacular paisaje por el Torcal sur, el tiempo se iba acabando. Eran 9 horas de tiempo límite. Mi deseo era llegar antes del cierre de control. El cansancio acumulado, las rodillas cargadas, los minutos pasaban y la distancia que faltaba parecía no acortarse cada vez que preguntaba cuanto quedaba para la meta… 6-7 kilómetros. Esta distancia parecía congelada pues se repetía una y otra vez. Aún así, aceleré el ritmo, evitaba al mínimo las paradas en los avituallamientos, trotaba en las bajadas,…. Y el tiempo se acercaba al final: 9 horas. Por fin veo la meta desde lo alto de una montaña, es un flamante Centro de Alto Rendimiento de Atletismo en Antequera. Faltaban quince minutos. Quedaba un descenso fuerte y luego una distancia en llano de unos dos kilómetros por huertas y senderos. Acelero el ritmo. Llega la hora límite y tras superar las 9 horas, según mi reloj, entro corriendo en el polideportivo y descubro con gran emoción que el reloj de control situado en la meta marca 8:59:05. ¡¡¡Faltaba un minuto¡¡¡ El disfrute que sentí al recorrer la vuelta por la pista de atletismo antes de entrar en meta era enorme. Efectivamente entro en meta faltando 25 segundos. Desafío cumplido. Satisfacción enorme.





lunes, 7 de abril de 2014

Engagement: cuando el trabajo te llena



”Lo que uno tiene, uno debe de usar: y cualquier cosa que una persona haga,  lo debe hacer con todas sus fuerzas.” 
(Marco Tulio Cicerón)

Entre los muchos conceptos que van apareciendo en el apasionante mundo de los recursos humanos, encuentro uno que me parece muy sugerente: "engagement". Es un término de moda que puede traducirse como compromiso o implicación, nada nuevo, por tanto. Se suele definir como el compromiso emocional que el empleado tiene con la organización y sus objetivos. En el ámbito de las relaciones laborales, se identifica con el esfuerzo voluntario que realizan los trabajadores, sin contrapartida, por el mero gusto de mejorar su desempeño. Por ello, un trabajador engaged es un trabajador comprometido o implicado con su trabajo y con su empresa, aún más, es una persona que está entusiasmada con su trabajo. Que interesante esta perspectiva desde las políticas de recursos humanos. Encontrase con trabajadores de este tipo es un verdadero lujo. Desde mi experiencia personal,  puedo decir que estos trabajadores existen y que son una baza para la empresa tenerlos, y qué importante saber cuidarlos y gestionarlos, para poder aprovechar su potencial. Sobre todo, destacaría que la empresa evite "quemarlos", cansarlos, en el sentido de que "vean" que su esfuerzo al final no es valorado ni tenido en cuenta, para lo cual es muy importante desarrollar políticas orientadas a premiar y reconocer ese esfuerzo y dedicación. 

La literatura sobre esta materia presenta que los trabajadores que experimentan engagement se muestran más activos y enérgicos y se vinculan a sus actividades laborales con mayor facilidad. Además se sienten capaces de responder a las demandas de su puesto de trabajo, por lo que el estrés bueno, el eustrés, aparece como un aliado más. Otras características de estos trabajadores pueden ser las siguientes:
  • Afrontan la jornada laboral sin mirar el reloj, con energía y dispuestos a aplicar sus conocimientos y desarrollar sus capacidades. 
  • Se comprometen con sus tareas implicándose en cada momento. 
  • Disfrutan con su ejecución y con los resultados obtenidos, procurando siempre mejorarlo.
  • Experimentan emociones placenteras de plenitud y autorrealización. 
Son numerosos los estudios que se han ocupado del compromiso, la satisfacción y la implicación de los trabajadores. Las conclusiones son determinantes, pues cuando las empresas cuentan con trabajadores que se sienten apreciados y reconocidos, las consecuencias son evidentes: mayor productividad, mayor lealtad y mayor seguridad. Por todo ello, considero que cuando el trabajo te llena sientes vigor por lo que haces, superas las dificultades porque el esfuerzo cuesta menos; sientes el trabajo como un desafío al que merece la pena dedicarle lo mejor de uno, lo que produce sentimiento de orgullo y logro; y sientes un estado de disfrute y concentración lo que permite un desempeño muy satisfactorio.

Este es un asunto fascinante, pero sin embargo aún sin resolver. Desde que Seligman y Csikszentmihalhy y la psicología positiva nos acercaran a conceptos hasta hace poco muy alejados de las empresas, los avances han sido muy positivos. El trabajo en la sociedad actual es de vital importancia, y esta civilización del trabajo se debe entender en el sentido que no sólo se le debe pedir  al trabajo un sueldo, una retribución económica, sino que debe convertirse en un espacio de desarrollo personal, que en definitiva tiene que ver con la búsqueda de la felicidad y de la virtud, que son conceptos fundamentales en las personas.