"Encuentra la felicidad en el trabajo o no serás feliz"
Cristóbal Colón
¿Es posible hablar de la felicidad en el trabajo? En un contexto con tantas dificultades, cuando el mismo trabajo escasea y se hace más difícil mantenerlo, cuando la calidad del trabajo también se cuestiona, parece un contrasentido plantearse si la felicidad es posible entenderla en el ámbito laboral. Ciertamente, ser feliz es algo a lo que todos aspiramos y anhelamos. El trabajo ocupa al menos una tercera parte de nuestra vida, una parte importante de nuestro tiempo, siempre sometido al escrutinio de las innumerables actividades a las que estamos vinculados. Una tercera parte es una proporción nada desdeñable que debería ser considerada para procurar que nos proporcione el máximo de satisfacciones. La Psicología Positiva que revolucionó Martin Seligman puso en valor nuevos conceptos relacionados con la felicidad, como por ejemplo la ilusión, el optimismo, el flujo (propuesto por Mihaly Csikszentmihalyi), el talento, la satisfacción, el compromiso, etc.
Todos estos conceptos nos acercan a una realidad que no podemos negar: las personas interactúan en sus empresas y precisan obtener respuestas y percepciones que le hagan sentirse bien con su trabajo. Las personas que están bien en su empresa, que se sienten contentas, rinden más, son más productivas. Por esto mismo, las empresas que se preocupan por el bienestar de su capital humano deben empezar por la necesidad de crear un clima laboral en el que el trabajador pueda sentirse cómodo, integrado, satisfecho y por que no, orgulloso de formar parte de la empresa.
Ciertamente la larga crisis económica ha provocado un enrarecimiento en general del clima laboral en las empresas: el pesimismo reinante, las perspectivas negativas de muchas empresas, la incertidumbre sobre la continuidad en el empleo, los despidos, la mayor carga de trabajo de los que van quedando en las empresas, etc. A pesar de estas circunstancias, en España, según la encuesta de Adecco sobre Felicidad en el Trabajo elaborada en 2012, casi un 78% de los 1800 profesionales consultados se considera feliz en el trabajo, cifra que se reduce en comparación con 2011, en la que el 81,2% de los consultados afirmaban ser felices en su puesto de trabajo.
Csikszentmihalyi considera que la felicidad es un "estado de flujo", en el que el trabajo es más propicio que el ocio para alcanzar el "estado de flujo", y por tanto, la felicidad. La clave parece estar en la consideración que se da al ocio, que para muchas personas, el ocio es un tiempo "muerto", mientras que el trabajo, es tiempo "productivo". Por tanto, tener objetivos claros, poder gestionarlos y recibir un feedback es clave para fluir, y el trabajo es un "espacio" que puede facilitarlo.
Pero, ¿que es lo que proporciona la felicidad en el trabajo, ese estado de flujo que denomina Csikszentmihalyi? Según la encuesta anterior, el secreto de la felicidad en el trabajo reside en primer lugar en el propio disfrute de la tarea; le sigue, la posibilidad de realización personal que el empleo conlleva y, finalmente, en el reconocimiento por el trabajo realizado. Sólo para el 12% de los encuestados el sueldo es clave para su felicidad, respecto al 20% de encuestados que afirmaban lo mismo en 2011. De hecho, el 64% sacrificarían parte de su sueldo por ser más feliz en su trabajo. Curiosamente, el dinero está perdiendo la capacidad de influencia de antaño, una vez satisfechas determinadas necesidades (nuevamente Maslow…).
Pienso que este asunto tiene mucho que ver con la visión, misión y valores que las empresas tengan formulados e implantados en sus organizaciones. Lamentablemente es frecuente encontrar empresas orientadas únicamente a resultados económicos y culturas de gestión en las que conceptos como felicidad en el trabajo, clima laboral o satisfacción y compromiso son vistos como algo inútil, como elementos que distraen al trabajador de su función prioritaria que no sea la de contribuir a la producción y actividad de la empresa.
En cambio, las personas, como elemento, recurso, clave en la empresa, necesita de una verdadera innovación en la gestión, que permita desarrollar instrumentos capaces de hacer conciliar la necesaria rentabilidad económica con la consideración y el respecto de unos principios que garanticen el verdadero papel que las personas deben desempeñar en sus organizaciones.