Este mes de agosto hemos podido disfrutar de una
nueva edición de los Juegos Olímpicos, en esta ocasión celebrados en la ciudad
de Londres. Una oportunidad de ver y disfrutar del mejor deporte, así
como de valorar el esfuerzo y sacrificio, muchas veces anónimo, de deportistas
que logran alcanzar la meta de participar en la competición de mayor
prestigio, y los menos, de alcanzar el sueño de obtener una medalla olímpica.
Y es que los Juegos Olímpicos son una formidable
ocasión de visualizar los valores pedagógicos del deporte, que son muchos y de
gran trascendencia para las personas y la sociedad.
Los valores del olimpismo son los siguientes: cultura,
humanismo, armonía, juego limpio, espíritu de superación, fraternidad, convivencia
social y cooperación, igualdad y autoconocimiento, autocontrol y
autorrealización. Constituyen la razón de ser del olimpismo y es lo que da
fuerza a que cada vez más sean un evento de trascendencia universal.
Pues algunos de estos valores me han servido para
argumentar la idea de que en la empresa, por la responsabilidad social que tiene,
deba ser dirigida desde unos parámetros, los valores, que considerados en su
conjunto, marcan sus señas de identidad . Y trasladando esos valores del deporte al mundo de la empresa, podrían ser los “valores del
olimpismo en la empresa”:
- Humanismo: La meta más importante de la empresa no es sólo la
obtención del beneficio, sino que por la responsabilidad social, debe velar por
todos aquellos que contribuyen a la vida de la empresa. Aquí quiero hacer una
defensa de la importancia de la necesidad de que, frente a un futuro tan
incierto desde la perspectiva económica, como afirma el Papa Benedicto XVI en
“Caritas in veritate”, hacen “falta cambios profundos en el modo de
entender la empresa”. Pienso
que esos cambios pasan necesariamente por no supeditar a la persona y su
necesaria dignidad, a los vaivenes y exigencias del beneficio. Juan Pablo II
decía sobre la empresa que “En cuanto comunidad de personas es
fundamentalmente una estructura humana que debe animar la propia actividad y
orientar su compromiso económico y técnico hacia los valores éticos y morales
de la justicia y la solidaridad social”.
- Espíritu de superación: El
esfuerzo combinado de todos lo que forman parte de la empresa por mejorar sus
procesos, la calidad de los productos y servicios, el precio, el diseño de
nuevos productos, la creatividad, etc., son elementos imprescindibles en una
empresa que busca, no sólo la supervivencia, tan importante en estos tiempos de
crisis, sino la superación a través de nuevas iniciativas y la
mejora de las actuales.
-
Autoconocimiento, autocontrol, autorrealización. La empresa reúne los elementos adecuados que facilitan nuestro
autoconocimiento: participación, colaboración, trabajo en equipo, espontaneidad,
libertad, creatividad y establecimiento de objetivos y metas profesionales. La empresa
es un lugar en el que las personas desarrollan el autocontrol y descubren la
fuerza interior, que no es otra cosa que la motivación personal.
- Juego limpio: La empresa como lugar donde se desarrollan
relaciones personales y profesionales continuamente, debe ser un ejemplo de
respeto a las personas, transparencia en las decisiones y de fomento del rigor en los criterios
adoptados, salvaguardando el mérito y la igualdad de oportunidades.
- Armonía. Una empresa en la que se vive optimismo y
entusiasmo, es una empresa con armonía, que probablemente marche por buen
camino. Una organización que escucha a sus trabajadores, genera en ellos un
sentimiento de pertenencia, de formar parte de un proyecto común, se sentirán
seguidores, que no subordinados, de un liderazgo integrador.
-
Fraternidad, convivencia social y cooperación, igualdad: La empresa como lugar en el que conviven personas debe fomentar unas
relaciones adecuadas que faciliten la convivencia que, a su vez, facilitará la
cooperación y colaboración entre los trabajadores. Asimismo, la igualdad y el
respeto en el trato como personas y trabajadores, es otra obligación moral de
las empresas de gran importancia.
-
Cultura: La empresa debe saber gestionar adecuadamente la
diversidad cultural, algo que cada vez es más necesario por los cambios
culturales que se están acelerando en la sociedad. Nuestros hijos
necesariamente tendrán que emigrar, acaso temporalmente, a otros países. Por
tanto, cada vez será más habitual, y en España también, que las empresas tengan
trabajadores de países y culturas diferentes.
Los valores en la empresa son
importantes porque son como las grandes fuerzas impulsoras de nuestro
comportamiento como personas y a la vez, como trabajadores. Los valores nos
permiten establecer vínculos de carácter emocional, son educables, puesto que
se aprenden, además conforman una estabilidad a la persona, y están
condicionados por las circunstancias y realidades.
Son, por tanto, las señas de
identidad que identifican a una empresa. Son las pautas reconocidas y asumidas
por las personas como elementos para orientar su conducta.
El padre del Movimiento
Olímpico, nos dejó esta magnífica cita, cuya traslación al mundo de la empresa
es evidente:
"La vida es simple porque la lucha es simple. El buen luchador
retrocede pero no abandona. Se doblega pero no renuncia. Si lo imposible se
levanta ante él, lo sortea y va más lejos. Si le falta el aliento, descansa y
espera. Si es puesto fuera de combate, anima a sus hermanos con palabras y su
presencia. Y hasta cuando todo parece derrumbarse ante él, la desesperación
nunca la afectará."
Pierre de Coubertin.