“Una organización empresarial cuyos empleados son felices es más productiva, tienen la moral más alta y cambia menos de personal. Por consiguiente, cualquier directivo que quiera que su organización prospere ha de saber qué es lo que hace feliz a la gente y poner en práctica ese conocimiento de la forma más eficaz posible.”
Mihály Csíkszentmihályi
¿Es posible lograr un alto rendimiento y al mismo tiempo disfrutar intensamente del trabajo? Sumergirse en la lectura de Fluir, de Mihály Csíkszentmihályi, es una fascinante actividad que recomiendo sinceramente. Llegar a descubrir el alcance de conceptos tan interesantes como el de experiencia óptima es ciertamente aconsejable. A nivel personal y desde la empresa, poder encontrar e identificar esa zona de aprendizaje "fluido" es un avance y un gran logro. Mi experiencia personal me dice que, a pesar de ser un asunto del que se habla muy poco, podemos encontrar en las actividades personales y laborales muchos motivos para movernos por esa "franja" de satisfacción personal que tanto anhelamos.
Csikszentmihalyi habla de este concepto de flujo como “el estado en el cual las personas se hayan tan involucradas en la actividad que nada más parece importarles; la experiencia, por sí misma, es tan placentera que las personas la realizarán incluso aunque tenga un gran coste, por el puro motivo de hacerla”. Se caracteriza por la plena absorción en la tarea, altos niveles de motivación, pérdida del sentido del paso del tiempo y una alta sensación de disfrute con lo que se está haciendo. La experiencia de flujo se describe a menudo como “un placer espontáneo mientras se desarrolla una tarea”. Creo que este concepto se relaciona perfectamente con el desarrollo de las capacidades y habilidades personales. De esta manera, la experiencia de flujo es resultado de un equilibrio entre las oportunidades de acción (las exigencias y desafíos que debemos afrontar) y la percepción de capacidades o habilidades (los recursos que disponemos).
Pienso que estos conceptos son plenamente trasladables a la empresa. Por eso el fluir en la empresa debería ser un objetivo más a perseguir por sus responsables. Para ello podemos dar algunas ideas:
- Crear ambientes de trabajo motivantes.
- Dar confianza y responsabilidad.
- Proporcionar enriquecimiento al puesto de trabajo: empowerment.
- Encontrar un equilibrio entre los verdaderos desafíos que exige el trabajo y las capacidades que aportamos.
- Facilitar el desarrollo de esas capacidades cuando sea necesario.
- Desarrollar una visión que ilusione sobre la base de nuevos desafíos individuales y organizacionales.
Conocer las condiciones para alcanzar la experiencia de flujo nos ayudará a identificar cuándo tenemos esa vivencia e incluso a experimentarla más frecuentemente. Csikszentmihalyi establece una serie de elementos clave:
- Objetivos claros. Frente a las necesidades a veces difíciles y adversas del día a día y la sensación de falta de sentido de lo que hacemos, cuando disfrutamos aprendiendo sabemos en todo momento qué tenemos que hacer y qué sentido tiene lo que hacemos.
- Autofeedback inmediato. Una especie de retroalimentación personal. Nos damos cuenta si lo estamos haciendo bien o no.
- Equilibrio entre desafíos y capacidades. Este es un tema capital, razón de tanta desmotivación y estrés laboral. Es común sentirse frustrado porque las tareas nos vienen grandes o sentirse aburrido porque no podemos hacer uso de lo que sabemos. El fluir se caracteriza por la armonía entre lo que sabemos y lo que el entorno nos permite hacer.
- Atención está centrada en la actividad. El resultado de los puntos anteriores es un entorno idóneo para centrar la atención únicamente en lo que hacemos sin que nada nos pueda distraer.
- No hay miedo al fracaso. Con la atención centrada en una única tarea, estamos demasiado ocupados para pensar en un posible fracaso. Nos sentimos seguros y confiados. Nada nos hacer desistir de nuestro objetivo.
- Olvidarse de sí mismo. Mientras que en el día a día nos preocupamos por lo que otros pueden pensar de nosotros, cuando disfrutamos aprendiendo, nos olvidamos de nosotros mismos.
- El tiempo desaparece. Las horas pueden parecer minutos o al revés: los minutos horas. En cualquier caso, nuestra percepción del tiempo está alterado, "desaparece".
- Existe una concentración intensa, nuestra atención está puesta en aquello que estamos realizando.
- Nos provoca el desarrollo de nuestros potenciales. Las actividades que producen la experiencia de flujo no pueden resultar ni tan fáciles para que aburran ni tan difíciles para que causen ansiedad. Es una experiencia que nos enriquece personalmente.
- Es algo activo, no algo que “nos sucede” sino que “hacemos que nos suceda”. No depende de “qué” actividad hacemos sino de “cómo” la hacemos.
- La actividad que lo produce se convierte en "autotélica", es decir, que es un fin en sí misma y no un medio para conseguir otra cosa. El llegar a disfrutar por la actividad sin pensar en la contraprestación. No se mira el esfuerzo que requiere. Existe una gran “motivación intrínseca” que nos lleva a realizarla aunque no nos reporte ningún beneficio económico o de otra índole e incluso nos suponga un esfuerzo.
Cuando se valora en la empresa el compromiso y la implicación de las personas para ganar en competitividad, cuando se descubre la importancia que tiene desarrollar organizaciones que nos permitan identificar la “experiencia óptima” (fluir), entonces estamos en condiciones de convertir este concepto en una extraordinaria estrategia de desarrollo de personas.
En la empresa saber gestionar el fluir será una sello diferenciador de organizaciones inteligentes, que definen retos y desafíos ilusionantes, a la vez que desarrollan capacidades y competencias para poder responder adecuadamente a sus exigencias. Con el equilibrio adecuado entre ambos elementos podemos evitar la desmotivación, la apatía y la falta de implicación, pero a la vez, procesos de ansiedad y estrés, cuando la complejidad y la exigencia de las tareas nos desbordan y superan. Favorecer esa zona de crecimiento capaz de combinar adecuadamente retos y competencias nos hace descubrir un verdadero desarrollo personal y, por tanto, organizacional. Cuando las personas crecen, las organizaciones crecen.
Aprender a generar experiencias positivas de disfrute en el trabajo es posible. Mientras muchos directivos destacan por crear ambientes de trabajo poco saludables y responden a estilos de dirección egoístas, el verdadero liderazgo cree en un objetivo y en un ejercicio de la función directiva que beneficia a todos. En una sociedad en la que el trabajo y la empresa ocupan un lugar destacadísimo que antaño ocupaban otros, el fluir en la empresa nos revela cómo las personas podemos encontrar la experiencia óptima, la manera de “fluir”, para de esta manera contribuir, no sólo a la propia felicidad, sino también a la de una empresa y una sociedad mejor.