“Actuar de acuerdo con nuestros valores no se
logra sin cambios de hábitos, prácticas y actitudes”
Blanchard y O´Connor
Son muchos los enfoques que en el contexto actual de crisis, caracterizado
por un entorno
sometido a enormes dificultades, de cambio y ruptura de paradigmas, de
reinventarse para entender lo que nos pasa y sobre todo, para vislumbrar
mecanismos y estrategias que sean sólidas y eficaces para afrontar la situación presente,
se acercan a los valores y contravalores para encontrarle sentido y justificación.
Hablar de valores y contravalores, y específicamente valores y contravalores
en la empresa siempre resulta un ejercicio intelectual difícil y complicado, pues
nos movemos en un terreno indefinido y relativo. Nos remueve y cuestiona los elementos
más decisivos en nuestro comportamiento y proceder ante el devenir de los acontecimientos.
Cuando nos referimos a los valores en la empresa, habitualmente suelen
estar unidos al conjunto formado por Misión,
Visión y Valores, que de alguna manera constituye los elementos organizacionales
clave de una empresa.
Así por Misión entendemos la “razón de ser” de la empresa, es lo
que define el negocio o la actividad de la empresa. Es de alguna manera la
respuesta a la pregunta de por qué existimos como empresa.
En cambio, si nos referimos a la Visión, me gusta especialmente el sentido que Peter Senge, autor
del interesante libro “La quinta disciplina”,
utiliza cuando afirma que "la visión
es una imagen del futuro que deseamos". Efectivamente, tanto desde la perspectiva
empresarial como personal, la visualización nos hace trascender a nuestro presente,
nos proyecta hacia el futuro. Pienso que es una habilidad que debemos desarrollar
y potenciar todos en la empresa, y en
lo personal,
potencia nuestra capacidad de actuación, nos moviliza hacia una mayor efectividad.
Es la “imagen tangible” o visión futura de lo que queremos ser como
persona o como
empresa.
Finalmente, aparecen los Valores como tercer elemento clave en una empresa.
Vienen a ser en lo que creemos como empresa, como grupo de personas que trabajan por un objetivo común. Desgraciadamente los valores
en una empresa se suelen limitar, en algunos afortunados ejemplos, en plasmar negro
sobre blanco, los elementos más representativos e importantes para la empresa. Digo
desgraciadamente, por qué es otro ejemplo más de cómo los aspectos intangibles,
son infravalorados en el contexto empresarial. Son
conceptos que
se mueven entre la
conciencia y la acción, pero que si no se concretan en objetivos, hábitos y
conductas observables no son nada más que palabras
sin fuerza alguna. Es
decir, como las competencias, que ya comentamos en este
Blog, los
valores deben ser observables, puesto que, en última instancia, de conductas estamos
hablando.
Centrándonos en los valores de empresa los podemos considerar como aquellos
que interiorizados por las personas han de guiar sus pautas de conducta,
permitiendo desarrollar una cultura empresarial determinada, que no deberá estar
reñida con la necesaria competitividad y responsabilidad social. Son las creencias que una organización plantea. En este Blog De personas y
recursos, hemos defendido el papel fundamental que la empresa está llamado
a desempeñar, papel que es dual, pues deben convivir valores que garanticen la necesaria
dignificación del trabajo y la supervivencia de las empresas en un mundo competitivo
y globalizado. Como decía un empresario “Por
responsabilidad social mi empresa debe ganar dinero”. Toda una declaración de valores.
De lo que se trata es que los valores de empresa reorienten conductas
y logren la máxima coherencia entre intereses personales y colectivos. Pienso que
en la mayoría de las organizaciones, los valores de empresa existen pero no constan, es
decir, no están por escrito, y de esa minoría que se ha preocupado por plasmarlos
en un documento, son pocas las que los aplican con rigor y los exigen como principios
de actuación a todos los trabajadores y niveles jerárquicos.
Inevitablemente, en las empresas se han permitido y tolerado, por acción
u omisión, comportamientos y decisiones desacertadas. Estas y aquellas se van
convirtiendo en los contravalores de las empresas, verdaderos lastres para su
futuro, origen de muchos problemas y conflictos y elemento claramente
distorsionador de unas relaciones humanas que están presididas por la
desconfianza y el miedo. En este sentido, Pilar Jericó destaca en “No miedo”, la
importancia de “evitar
la gestión basada en el miedo y optar por otra alternativa mucho más rentable:
la basada en el talento, el cambio y la innovación”.
Así nos podemos encontrar con una serie de contravalores que son más
frecuentes en el trabajo de lo que imaginamos: el individualismo, la falta de compromiso,
la falta de equidad, la desconfianza, el trato discriminatorio, el abuso de poder, la desilusión, etc. Los contravalores son
como los directivos virus de los que habla Alex Rovira en su libro “El beneficio”: son
personas que generan ambientes “hostiles”, en los que “se desencadena el temor,
se inhibe la creatividad, la espontaneidad, el intercambio honesto y sincero”.
En este sentido, cuando existe compromiso con los valores de la
empresa y se unen en una misión común, las personas somos capaces de lo mejor.
Por tanto, nos podemos plantear una serie de valores que en el momento actual de incertidumbre serán nuestros
aliados:
- Apostar
por la competencia profesional.
- Desarrollar
la adaptabilidad a un entorno en continuo cambio.
- Desplegar
una auténtica
capacidad de aprender, como exigencia en la era del conocimiento.
- Descubrir el valor del trabajo en equipo.
- Considerar
la persona
como el centro de las decisiones.
Como conclusión, parece clara la importancia que están suscitando los valores. Ken Blanchard, en
su libro
“Administración por Valores” dice que “un
comportamiento organizacional basado en valores ya no es una elección
filosófica: hoy es un imperativo para la supervivencia”. Interesante
afirmación que en el contexto actual resuena aún más fuerte.
Los valores crean identidad a
la empresa y fijan
los comportamientos que
son la base a la hora de implantar las prácticas, las políticas y los
procedimientos en la actuación cotidiana. Los contravalores generan procesos basados en
el miedo y falta de transparencia. Los valores se concretan en acciones, en comportamientos que se manifiestan en lo que
hacemos día a día tanto a nivel personal como en la empresa.
Hay un valor que considero especialmente importante: la confianza.
Sin ella, los contravalores irán apareciendo de forma irremediable.
Me parece muy interesante profesor, el análisis que usted hace de la gestión de los valores en la empresa como medio para la consecución de los objetivos; con respecto al enfrentamiento entre los valores y contravalores que usted expone. Yo creo que es esencial en este aspecto que los encargados en selección de personal para la empresa, identifiquen en las entrevistas los valores más arraigados en las personas a las que se tiene intención de contratar lo que llamamos las creencias de la persona para asegurarse de que no sean contravalores de los valores que promueve la empresa en las interrelaciones de su capital humano ya que si ocurriese lo contrario se podría desestabilizar la organización.
ResponderEliminarBuenas tardes;
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo que para conseguir el desarrollo pleno de la empresa,se han de tener siempre presente los valores de la empresa, pues es vital para conseguir dicho propósito.
Gracias por los comentarios, Felipe y Chema. Comparto la idea de que los valores son aspectos fundamentales en la vida de una empresa, y que se deben cuidar convenientemente, como tantas otras cosas a las que se le dedica mucho tiempo. Es hora de que las personas, verdaderos artífices de las empresas, ocupen el papel que les corresponde, y los valores son un formidable instrumento para ello.
ResponderEliminarLa misión, visión y valores de una empresa son aspectos clave para poder aportar valor y poder ayudar a la sociedad.
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