jueves, 23 de agosto de 2012

Los valores del Olimpismo en la empresa




Este mes de agosto hemos podido disfrutar de una nueva edición de los Juegos Olímpicos, en esta ocasión celebrados en la ciudad de Londres.  Una oportunidad de ver y disfrutar del mejor deporte, así como de valorar el esfuerzo y sacrificio, muchas veces anónimo, de deportistas que logran alcanzar la meta de participar en la competición de  mayor prestigio, y los menos, de alcanzar el sueño de obtener una medalla olímpica.

Y es que los Juegos Olímpicos son una formidable ocasión de visualizar los valores pedagógicos del deporte, que son muchos y de gran trascendencia para las personas y la sociedad.

Los valores del olimpismo son los siguientes: cultura, humanismo, armonía, juego limpio, espíritu de superación, fraternidad, convivencia social y cooperación, igualdad y autoconocimiento, autocontrol y autorrealización. Constituyen la razón de ser del olimpismo y es lo que da fuerza a que cada vez más sean un evento de trascendencia universal.

Pues algunos de estos valores me han servido para argumentar la idea de que en la empresa, por la responsabilidad social que tiene, deba ser dirigida desde unos parámetros, los valores, que considerados en su conjunto, marcan sus señas de identidad . Y trasladando esos valores del deporte al mundo de la empresa, podrían ser los “valores del olimpismo en la empresa”:

-    Humanismo: La meta más importante de la empresa no es sólo la obtención del beneficio, sino que por la responsabilidad social, debe velar por todos aquellos que contribuyen a la vida de la empresa. Aquí quiero hacer una defensa de la importancia de la necesidad de que, frente a un futuro tan incierto desde la perspectiva económica, como afirma el Papa Benedicto XVI en “Caritas in veritate”, hacen “falta cambios profundos en el modo de entender la empresa”. Pienso que esos cambios pasan necesariamente por no supeditar a la persona y su necesaria dignidad, a los vaivenes y exigencias del beneficio. Juan Pablo II decía sobre la empresa que “En cuanto comunidad de personas es fundamentalmente una estructura humana que debe animar la propia actividad y orientar su compromiso económico y técnico hacia los valores éticos y morales de la justicia y la solidaridad social”.

-      Espíritu de superación: El esfuerzo combinado de todos lo que forman parte de la empresa por mejorar sus procesos, la calidad de los productos y servicios, el precio, el diseño de nuevos productos, la creatividad, etc., son elementos imprescindibles en una empresa que busca, no sólo la supervivencia, tan importante en estos tiempos de crisis, sino la superación a través de nuevas iniciativas y la mejora de las actuales.

-          Autoconocimiento, autocontrol, autorrealización. La empresa reúne los elementos adecuados que facilitan nuestro autoconocimiento: participación, colaboración, trabajo en equipo, espontaneidad, libertad, creatividad y establecimiento de objetivos y metas profesionales. La empresa es un lugar en el que las personas desarrollan el autocontrol y descubren la fuerza interior, que no es otra cosa que la motivación personal.

-        Juego limpio: La empresa como lugar donde se desarrollan relaciones personales y profesionales continuamente, debe ser un ejemplo de respeto a las personas, transparencia en las decisiones y de fomento del rigor en los criterios adoptados, salvaguardando el mérito y la igualdad de oportunidades.

-        Armonía. Una empresa en la que se vive optimismo y entusiasmo, es una empresa con armonía, que probablemente marche por buen camino. Una organización que escucha a sus trabajadores, genera en ellos un sentimiento de pertenencia, de formar parte de un proyecto común, se sentirán seguidores, que no subordinados, de un liderazgo integrador.

-          Fraternidad, convivencia social y cooperación, igualdad: La empresa como lugar en el que conviven personas debe fomentar unas relaciones adecuadas que faciliten la convivencia que, a su vez, facilitará la cooperación y colaboración entre los trabajadores. Asimismo, la igualdad y el respeto en el trato como personas y trabajadores, es otra obligación moral de las empresas de gran importancia.

-          Cultura: La empresa debe saber gestionar adecuadamente la diversidad cultural, algo que cada vez es más necesario por los cambios culturales que se están acelerando en la sociedad. Nuestros hijos necesariamente tendrán que emigrar, acaso temporalmente, a otros países. Por tanto, cada vez será más habitual, y en España también, que las empresas tengan trabajadores de países y culturas diferentes.



Los valores en la empresa son importantes porque son como las grandes fuerzas impulsoras de nuestro comportamiento como personas y a la vez, como trabajadores. Los valores nos permiten establecer vínculos de carácter emocional, son educables, puesto que se aprenden, además conforman una estabilidad a la persona, y están condicionados por las circunstancias y realidades.

Son, por tanto, las señas de identidad que identifican a una empresa. Son las pautas reconocidas y asumidas por las personas como elementos para orientar su conducta.

El padre del Movimiento Olímpico, nos dejó esta magnífica cita, cuya traslación al mundo de la empresa es evidente:

"La vida es simple porque la lucha es simple. El buen luchador retrocede pero no abandona. Se doblega pero no renuncia. Si lo imposible se levanta ante él, lo sortea y va más lejos. Si le falta el aliento, descansa y espera. Si es puesto fuera de combate, anima a sus hermanos con palabras y su presencia. Y hasta cuando todo parece derrumbarse ante él, la desesperación nunca la afectará."

Pierre de Coubertin.

viernes, 3 de agosto de 2012

Flexiseguridad

Hasta ahora la seguridad en el trabajo se había considerado como uno de los factores más valorados en las relaciones laborales. Tener un trabajo estable y seguro era el ideal a alcanzar por muchas personas. Así mismo, era y es uno de los elementos que siguen siendo determinantes en las personas que optan por el empleo público: la seguridad y estabilidad en el trabajo. Ciertamente es un valor que las personas solemos valorar en nuestras vidas. Necesitamos elementos que nos den seguridad y estabilidad, y el trabajo, es uno de los más importantes. Pero la realidad es que se está imponiendo un nuevo marco de la actividad empresarial, marco en el que la flexibilidad se considera como una ventaja competitiva. En la medida que somos más flexibles, estamos mejor preparados para afrontar la competencia.


Se suele definir la flexibilidad laboral como la capacidad de adecuar los recursos humanos disponibles a las variaciones de la demanda de productos y servicios. Por tanto, algo muy necesario. Nadie puede en los tiempos actuales, negar la mayor: la flexibilidad es necesaria en un contexto económico tan cambiante, pero yo voy más lejos. La flexibilidad en las empresas es una obligación y una garantía de su supervivencia. Las estructuras rígidas es la peor medicina que una dirección empresarial puede tomar.


Pues en este contexto, aparece en la reciente Reforma Laboral (Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral) un concepto, la flexiseguridad, aun poco desarrollado en España, pero que es un sistema que ya viene funcionando en los países nórdicos, básicamente en Dinamarca y Finlandia, desde hace años con excelentes resultados. Sus pilares básicos son los siguientes:

- Mayor facilidad para la contratación y despido de los trabajadores.
- Protección social adecuada para los desempleados.
- Y establecimiento de un régimen de derechos y deberes para acceder adecuadamente, y sin fraude, a la citada protección social.

En esta línea, merece destacarse lo que la Comisión Europea ha denominado como el «triángulo de oro»: normas flexibles de contratación y despido, prestaciones y ayudas sociales muy generosas, y una política de activación del trabajo.


Estas parecen ser las tres líneas maestras que deben considerarse en la articulación de una estrategia global para el mercado de trabajo, teniendo en cuenta, la situación diferencial de España, que según la EPA del 2º trimestre de 2012, ofrece datos históricos de paro: 24,6%. España ha iniciado con esta nueva ley, que ciertamente supone un cambio sustancial en las relaciones laborales vigentes desde hace más de 30 años, un nuevo camino, diferente a los anteriores, pero en un contexto muy adverso. 


Hay quien asimila el concepto de la flexibilidad laboral con una nueva forma de esclavitud moderna. No comparto esta opinión. La considero alejada de la realidad, que nos exige adaptación constante, como personas y como empresas.


La flexibilidad en el trabajo suele incluir varias facetas importantes. Por una parte está la flexibilidad laboral numérica que consiste en la capacidad de ajustar el número de trabajadores en función de la demanda del mercado. Esta flexibilidad le permite a la empresa ajustar a corto y largo plazo sus efectivos adaptándolos en función de los mecanismos de contratación vigentes, la gestión de los horarios, las horas extraordinarias, permisos y licencias, etc.
Por flexibilidad laboral funcional entendemos cuando la empresa recurre a la capacidad de adaptar las competencias de los trabajadores a las exigencias impuestas por los procesos productivos, las innovaciones tecnológicas y las nuevas demandas de clientes. Las empresas deben adaptarse y por tanto necesitan que su capital humano también se adapte a las exigencias del entorno.
Finalmente nos encontramos con la flexibilidad laboral financiera que nos permite la adaptación de los costes salariales por los ajustes realizados en contratación y horas de trabajo, así como el establecimiento de una estructura salarial coherente con el desempeño realizado y con los resultados obtenidos.


Con unas tasas de paro del 24,6%, casi cinco millones setecientas mil personas desempleadas, no nos podemos permitir el lujo de no ser audaces y valientes para articular medidas que supongan un mayor realismo en un mercado laboral como el español caracterizado por su rigidez. La alternativa de un mercado laboral flexiseguro, en la línea de las recomendaciones de la Comisión Europea, parece ser el camino a seguir en un momento como el actual.