miércoles, 20 de noviembre de 2019

Política y dirección



"La democracia necesita de la virtud, 
si no quiere ir contra todo lo que pretende defender y estimular"
Juan Pablo II
"La cualidad suprema del liderazgo es la integridad"
Dwight Eisenhower

Se suele decir que el liderazgo es la capacidad de transformar la visión en realidad. Por eso, ser líder no significa tener un cargo formal, es independiente de las estructuras formales. Gracias a sus capacidades de liderazgo, una persona puede acceder a puestos mas relevantes e importantes, por lo que la existencia de uno o varios líderes en las organizaciones y en la misma sociedad, es muy necesario al ser capaces de conseguir el esfuerzo extra por parte de sus subordinados, colaboradores o ciudadanos. El líder debe ser un guía, porque es fundamental para alcanzar objetivos y metas extraordinarias.

La reciente campaña electoral nos ha ofrecido una visión bastante clara de los diferentes liderazgos que desarrollan los cinco candidatos de las formaciones políticas que se presentaban a las Elecciones Generales del pasado 10 de noviembre. Resuelta la incógnita del resultado electoral, se puede hacer con más sosiego y tranquilidad un análisis de cada uno de esos liderazgos, sus estilos de comunicar y de persuadir a los ciudadanos. En esta ocasión, relaciono la política con los "saberes" de una dirección eficiente, pues las competencias necesarias para dirigir un país las encontramos en las que se utilizan para identificar a la dirección de una organización. Una vez más las técnicas del management son fuente de inspiración para otros muchos ámbitos y disciplinas, como por ejemplo, la política.

Dirigir no es tarea fácil, pero existen ingredientes básicos que contribuyen a un buen liderazgo, la habilidad por excelencia en el arte de dirigir. El proceso de formación de un gobierno solvente y competente requiere mucha habilidad de liderazgo y sobre todo mucha responsabilidad. España lo necesita urgentemente. A modo de decálogo, los "saberes" fundamentales para poner en marcha el gobierno competente que España precisa, pueden ser los siguientes:

  1. Saber gestionar expectativas y percepciones. Conociendo las expectativas de los ciudadanos se puede gobernar mejor gestionando e influyendo en sus percepciones, consiguiendo una mayor satisfacción e implicación política. Hacer valoraciones positivas sobre las aportaciones de los ciudadanos, reconociendo su creatividad e implicación, se convierte en un elemento determinante. 
  2. Saber asignar responsabilidades. A través de procesos de negociación y de un consenso nacional sobre Políticas de Estado que permitan un mayor compromiso de los agentes sociales, partidos políticos y Administraciones autonómicas y locales. La función del gobernante es empoderar a la sociedad civil porque su misión última es gestionar a través de otros, impulsando el avance de la sociedad.
  3. Saber exigir resultados. La lista de tareas pendientes para el próximo gobierno es muy importante, por lo que la obtención de logros visibles para la sociedad será misión fundamental. Exigir resultados implica valorar el trabajo que realizan los ciudadanos, y por tanto, saber reconocer y recompensar adecuadamente mediante medidas que vayan encaminadas en la mejora de su bienestar.
  4. Saber ayudar, facilitar y enseñar. La vocación de servicio forma parte de la actuación en el proceso de gobernar. Proporcionar formación y oportunidades mediante un marco económico y laboral adecuado, será una prioridad para el nuevo gobierno. Hacer hincapié en la capacidad de la sociedad civil para el emprendimiento y resolución de problemas en lugar de esperar la solución por el Estado.
  5. Saber comunicar. Una comunicación fluida y sincera hace accesible al Gobierno y le permitirá conectar, transmitir y orientar ideas, proyectos e ilusiones. Según Ferran Ramon-Cortés, las claves para una comunicación memorable es ofrecer un único gran mensaje, explicado de forma emotiva, con un lenguaje que conecte, teniendo en cuenta que el mensaje que cuenta es el capta la gente, invitando en lugar de intentando convencer. Y todo esto, siendo capaz de llegar a las emociones. El arte de la comunicación es el lenguaje de un gobierno líder, en el que la sociedad percibe la importancia de los programas de gobierno y cómo ésos se relacionan a sus propias prioridades. Debe lograr que los ciudadanos identifiquen claramente sus logros, para ello debe hacer llegar sus mensajes a los ciudadanos con claridad y contundencia.
  6. Saber persuadir. Para persuadir se requieren cualidades especiales para generar lealtad y compromiso en los ciudadanos. La persuasión y la influencia genera mejores resultados que el mando. El reto de dirigir es generar contextos creativos y estimulantes donde las personas puedan probarse, puedan retarse, puedan hacer realidad sus sueños, sus proyectos de vida. Será misión del Gobierno facilitarlos. Cuando los ciudadanos se enfrentan a la acción, es cuando demuestran que son capaces de hacerlo. La capacidad para persuadir es un arte, un don de gentes, que con carisma y elocuencia, afrontan el reto básico del liderazgo: conseguir que se haga algo a través de otras personas. La tarea de gobernar requiere una dosis importante de persuasión, necesaria para hacer que los ciudadanos se sientan ilusionados por un futuro mejor.
  7. Saber generar entusiasmo e ilusión. Se viven momentos de incertidumbre en España. Reforzar la idea de España pasa por generar un clima político y social adecuado en el que se trabaje con ilusión, energía y optimismo, la verdadera palanca para la consecución de objetivos.  España como proyecto común de convivencia será una prioridad del nuevo gobierno, imprescindible en un momento clave tras los acontecimientos secesionistas de Cataluña.
  8. Saber ser ejemplo. El comportamiento y las actitudes del gobernante son el espejo en el que se fijan los ciudadanos. La ejemplaridad es una competencia cada vez más valorada en el político actual, mas aún en los que tienen responsabilidades de gobierno. El buen político no debe exigir lo que no hace. Ya lo decía Miguel de Cervantes "el ejemplo es la más irresistible seducción".
  9. Saber crear equipo. Un gobierno para España es un gobierno para todos. Gobernar es hacer realidad la verdad de la sinergia: que el trabajo colectivo es mayor que la suma de las individualidades. Para ello es necesario crear en España el ambiente y espacio propicio como proyecto común, considerando su diversidad y complementariedad. Ya lo decía nuestro Rey, apelando a alimentar la maltrecha autoestima nacional, tan empobrecida durante tanto tiempo: “Tenemos capacidad y coraje de sobra. Tenemos el deseo y la voluntad y hemos de sumar la confianza en nosotros mismos. Esa es la clave de nuestra esperanza en el futuro, la clave para recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional.”
  10. Saber ser humilde. Frente al líder arrogante que hace valer su cargo (Potestas), aparece el líder humilde (Auctoritas) cuyo reconocimiento por los ciudadanos es el resultado de su trabajo, esfuerzo, constancia y modestia. Martin Serigman considera que la humildad en el líder se caracteriza por una conciencia profunda de sus habilidades (un gobierno preparado técnica y humanamente); por la capacidad de reconocer errores, deficiencias, límites (autocrítica permanente); por la apertura a nuevas ideas, sugerencias contradictorias (un gobierno atento a las aportaciones de la sociedad civil); por un enfoque no exclusivo sobre nosotros mismos (un gobierno que abandone el partidismo excluyente) y por la capacidad de apreciar la contribución de los demás (un gobierno abierto al acuerdo y al consenso con otros partidos).

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Los saberes para dirigir


“Una organización es la sombra del que la dirige”
Pascual Montañés

Se suele decir que el liderazgo es la capacidad de transformar la visión en realidad. Por eso, ser líder no significa tener un cargo formal, es independiente de las estructuras formales. Gracias a sus capacidades de liderazgo, una persona puede acceder a puestos mas relevantes e importantes. La existencia de uno o varios líderes en las organizaciones es muy importante, porque son estas personas las que son capaces de conseguir el esfuerzo extra por parte de sus subordinados. El líder debe ser un estimulador, un guía, porque él es fundamental para la buena marcha de una organización. 

El desempeño eficiente de la dirección requiere talento especializado, conjugar de forma inteligente tanto el análisis como la intuición, así como, entre otras muchas cosas (roles, habilidades, competencias y actitudes), coordinar y comunicar a equipos y personas. Es un proceso tan amplio y complejo que se suele identificar como un arte, el arte de dirigir. Implica confianza en el líder y eso no es un proceso fácil. Las personas que ejercen la dirección tratan como prioridad el asegurar la consecución de determinados objetivos, unas metas a alcanzar, así como obtener un eficaz funcionamiento de sus ámbitos organizativos.

La habilidad en el arte de dirigir es el proceso de orientación de los miembros de una organización para obtener un fin, pero con disposición y entusiasmo. Son elementos básicos: la capacidad para influir en las creencias o en las acciones de las personas, el talento para entender a los demás, la capacidad de inculcar comportamientos y actitudes, asumir que es más valioso influir que mandar, y finalmente, ser capaz de crear un clima favorable y estable en la organización. Dirigir consiste en traducir objetivos corporativos en comportamientos individuales y, en ese proceso,  hacer emerger lo mejor de cada persona para ponerlo al servicio de la organización.

Koontz y O’ Donnell, refiriéndose a la habilidad en el arte de dirigir personas destacaban cuatro elementos:
  • La autoridad y el poder del líder: Es la capacidad para influir en las creencias o en las acciones de las personas. No sólo implica la competencia para ordenar lo que se debe hacer, sino también, para influir en cómo se deben llevar a cabo sus instrucciones. La autoridad emana por la posición que el individuo ocupa en la estructura teniendo la última palabra en la toma de decisiones que afectan a otros.
  • Comprender a los subordinados: Dirigir debe implicar capacidad para entender a los subordinados, que como personas tienen dispares motivaciones y expectativas, de acuerdo a su personalidad, su historia personal y su experiencia laboral.
  • Inspirar a los seguidores: Inculcar comportamientos y actitudes en los subordinados con la finalidad para que apliquen todas sus capacidades en la realización de un proyecto común. 
  • El estilo y clima que crea el líder: Estos aspectos son fundamentales en la creación de una determinada cultura empresarial, tanto dentro del grupo, como en el entorno con el que se relaciona.

Dirigir no es fácil, pero podemos contribuir a que no sea una tarea imposible. A modo de decálogo, los "saberes" fundamentales para su desarrollo efectivo pueden ser los siguientes:
  1. Saber gestionar expectativas y percepciones. Conociendo las expectativas podemos intervenir gestionando e influyendo en sus percepciones, consiguiendo una mayor satisfacción. Hace comentarios positivos sobre el desarrollo de los demás. Se refiere a las habilidades actuales y futuras y/o el potencial para aprender, incluso en casos difíciles. Cree que las personas quieren y pueden aprender para mejorar su rendimiento.
  2. Saber asignar responsabilidades. A través de procesos de delegación y de empowerment, que permitan un mayor compromiso e implicación de los colaboradores. La función del directivo líder es delegar porque su función es gestionar a través de otros.
  3. Saber exigir resultados. La obtención de objetivos y logros es consustancial al proceso de dirección. Exigir resultados implica valorar el trabajo que se realiza, y por tanto, saber reconocer y recompensar adecuadamente.
  4. Saber ayudar, facilitar y enseñar. La vocación de servicio forma parte de la actuación en el proceso de dirigir. Proporciona formación, o experiencias en el trabajo que sirvan para adquirir nuevas capacidades o habilidades. Hace que las personas lleguen a la solución de los problemas en lugar de darles simplemente la respuesta.
  5. Saber comunicar. Una comunicación fluida y sincera nos hace accesibles y permitirá conectar, transmitir y orientar ideas, proyectos e ilusiones. Según Ferran Ramon-Cortés, las cinco claves para una comunicación memorable comunicar es ofrecer un único gran mensaje, explicado de forma memorable, con un lenguaje que conecte, teniendo en cuenta que el mensaje que cuenta es el capta la gente, invitando en lugar de intentando convencer. Y  todo esto, siendo capaz de llegar a las emociones.
  6. Saber persuadir. Para persuadir se requieren cualidades de simpatía y don de gentes, para generar lealtad y compromiso por parte de los seguidores. La persuasión y la influencia genera mejores resultados que el mando. El reto de dirigir es generar contextos creativos y estimulantes donde las personas puedan probarse, puedan retarse, puedan hacer. Cuando te enfrentas a la acción, es cuando demuestras que eres capaz de hacerlo. La capacidad para persuadir es un arte, un don de gentes, que con carisma y elocuencia, afrontan el reto básico del liderazgo: conseguir que se haga algo a través de otras personas.
  7. Saber generar entusiasmo e ilusión. Generar un clima adecuado en el que se trabaje con ilusión, energía y optimismo provoca una motivación que se convierte en una verdadera palanca para la consecución de los objetivos.
  8. Saber ser ejemplo. El comportamiento y las actitudes del líder son el espejo en el que se fija el equipo o la organización. No exigir lo que no se hace. Ya lo decía Miguel de Cervantes "El ejemplo es la más irresistible seducción".
  9. Saber crear equipo. Hacer realidad la verdad de la sinergia, que el trabajo colectivo es mayor que la suma de las individualidades. Para ello es necesario crear el ambiente y espacio propicio que el equipo funciones al mas alto nivel, considerado su diversidad y complementariedad.
  10. Saber ser humilde. Frente al líder arrogante que hace valer su cargo (Potestas), aparece el líder humilde (Auctoritas) cuyo reconocimiento por el equipo es el resultado de su trabajo, esfuerzo, constancia y modestia. Martin Serigman considera que la humildad en el líder se caracteriza por una conciencia profunda de nuestras habilidades; por la capacidad de reconocer nuestros errores, deficiencias, límites; por la apertura a nuevas ideas, sugerencias contradictorias; por un enfoque no exclusivo sobre nosotros mismos y por la capacidad de apreciar la contribución de los demás.