domingo, 8 de septiembre de 2013

El directivo humanista



"Las virtudes que se requieren para la acción directiva: para el diagnóstico, la prudencia; la decisión exige audacia y magnanimidad, mientras que la ejecución demanda fortaleza y confianza en los demás"
Carlos Llano Cifuentes

Hemos tratado en este año y medio de vida en "De personas y recursos" muchos temas, todos relacionados con la empresa y las personas que le dan vida. Hemos abordado diversos enfoques, han predominado algunos, pero hoy me voy a centrar en un aspecto que siempre me ha apasionado: el humanismo en la empresa. No obstante, hoy lo limitaré al directivo humanista. ¿Es real? ¿Es posible? Sin duda. Estoy convencido de que el directivo, como persona, también esta llamado a desarrollar en la empresa un papel en el que no sólo pese la gestión técnica, sino que la gestión humana deba ser un elemento de igual transcendencia. Pues a este apasionante tema trataremos de aportar algunas ideas y reflexiones que apuestan por la defensa de este humanismo tan necesario hoy y siempre en la empresa y en la sociedad.

Ciertamente el tema del directivo humanista, o bien de forma más general el humanismo en la empresa, nos introduce en los valores y en el papel que la función directiva debe desempeñar. En este sentido, el tema de directivo humanista que aquí comentamos es una llamada de atención sobre algo poco considerado y valorado en la sociedad. ¿Es real? ¿Es posible? Estas mismas preguntas que antes nos hacíamos y que volvemos a responder: es necesario recuperar el humanismo en la empresa, aunque implique romper con los actuales modelos. Es urgente recuperar valores y modelos que apuesten por la persona como eje de las decisiones. 

En entradas anteriores hemos reflexionado sobre distintos aspectos, en los que la crisis actual aparecía como una sombra que todo lo cubre. He defendido el ámbito personal como un elemento determinante para afrontar las dificultades presentes y futuras. Comparto la opinión de que estamos dónde estamos por un conjunto de decisiones de miles de actores: políticos, empresarios, bancos, familias, particulares… y detrás de cualquier toma de decisión están unos valores que alientan su adopción. En este sentido, cobra una especial relevancia el papel del directivo, el directivo humanista, cuya perspectiva es poliédrica y son muchas las dimensiones y las formas de aproximarse a su función.

El directivo humanista es aquel que hace de la organización en la que trabaja un espacio en el que se recupera el protagonismo de las personas como agentes clave para el logro de los objetivos. Es decir, el directivo humanista es capaz de asumir las funciones relativas no sólo a los aspectos mas formales y técnicos, sino también a la gestión informal de las personas que integran la organización.

Afortunadamente este no es un tema nuevo. Ya en el año 38 del siglo pasado, Barnard, uno de los autores más nombrados al hablar del humanismo en la empresa, presentaba que las funciones directivas debían establecerse en base a tres categorías:
  1. Funciones que tratan de formular y definir el propósito de la organización. Es la función básica y predominante, con la que más fácilmente se identificaba la labor de un directivo.
  2. Funciones para establecer y mantener los sistemas de comunicación. Esta función menos valorada pero de una importancia radical. La tarea de comunicar adquiere una profundidad mucho mayor, convirtiéndose en verdadera palanca para la transmisión de valores, la misión, la visión y el fin último de la organización. El desarrollo de esta función está vinculado estrechamente con la importancia de la persona en la organización.
  3. Funciones para asegurar los servicios esenciales. Es básico construir vínculos empresa-persona que aseguren una coordinación, y por tanto, una mayor implicación con la organización. Esta función nos presenta la motivación como una tarea del directivo consistente en la capacidad de atraer a las personas y asegurar la cooperación. Es decir, el directivo que es capaz de utilizar su potencial, ser aplicado y tenaz, y sin dejarse llevar por el desánimo y para impulsar a otras personas a actuar de una forma concreta.


¿Que características definen al directivo humanista? 
Efectivamente, esta pregunta nos acerca al verdadero liderazgo, al directivo como líder, aquel que integra al directivo como estratega y al directivo como gestor. Veamos algunas características:
  1. Que considera la importancia de la autoridad reconocida frente a la autoridad impuesta. 
  2. Que apuesta por el desarrollo de personas, en el que la importancia de hacer crecer al equipo se impone sobre el interés personal. 
  3. Que es un gran conocedor del negocio, entendido como un conjunto de conocimientos, capacidades y habilidades que desarrollan las personas en la propia organización.
  4. Que apuesta por la formación, el aprendizaje permanente y la adaptación al cambio como una actitud vital.
  5. Que asumen las responsabilidades desde una perspectiva global, donde la toma de decisiones es también consecuencia de un nuevo paradigma de comportamiento en la organización.

El directivo humanista está en continuo aprendizaje, desde una perspectiva humilde, que corrige y pide perdón. El directivo humanista intenta que su actuación no se centre en la gestión técnica de productos y presupuestos, apoyándose igualmente en su rol de desarrollador de personas y mediador entre conflictos. El directivo humanista dedica tiempo a charlar con las personas de la organización, estando cerca de aquellos asuntos que preocupan a los empleados: enfados, miedos, ambiciones, etc.

Al final lo relevante del directivo humanista está en organizar la empresa con la atención puesta en la persona. Ciertamente, el beneficio es necesario, pero no suficiente. De acuerdo que sin beneficios no hay trabajo, pero el directivo humanista se diferencia en que busca el crecimiento por cada persona de la organización y no por el beneficio mismo. 

Hay un aspecto que me parece muy importante y que es habitualmente despreciado. Me refiero a la comunicación. ¿Que hacemos las personas en las empresas que no sea a través de la comunicación? Se suele decir que una mala forma estropea la intención. Pues bien, aquello que la empresa sabe que es muy importante con  respecto a la publicidad y al trato con el cliente, ha de aplicarlo también hacia las personas que integran la empresa. 

Juan Pablo II decía que el humanismo equivale a valorar más las personas que las cosas, a afirmar la supremacía de la ética sobre la técnica; a anteponer el espíritu a la materia. Pues bien, considero que el directivo humanista pone el énfasis en el protagonismo de las personas como activo clave de las empresas frente a los recursos materiales y financieros, basa su actuación en la gestión humana como impulsor de la gestión técnica y cuida los valores, la misión y visión frente al puro pragmatismo económico.