El desempeño
de los trabajadores es especialmente importante y valorado por las empresas.
Y se suele decir que ese desempeño profesional está muy relacionado con las capacidades y competencias que cada
persona es capaz de aplicar en su actividad diaria. Ahí radica la clave. Por
eso, es cada vez más valorado el saber
hacer, que es mucho más que el saber a secas. Los conocimientos son muy
importantes, y cada vez más en esta Era del Conocimiento en la que vivimos,
pero el saber aplicar esos
conocimientos se están convirtiendo en el verdadero paradigma por el que evoluciona la gestión de las personas en las empresas.
Así surge el concepto de las competencias, que nos introduce directamente en el ámbito de las habilidades necesarias para desempeñar satisfactoriamente un puesto de trabajo. Este
es un asunto del que considero sigue siendo la asignatura pendiente en la
moderna gestión de personas. Aún así, su desarrollo es todavía escaso.
Debemos
recurrir a Richard Boyatzis, psicólogo
estadounidense que fue el pionero en definir en 1982 este concepto como característica
subyacente en una persona, que está causalmente relacionada con un desempeño bueno o excelente en un
puesto de trabajo concreto y en una organización concreta. También debemos
destacar a David McClelland,
profesor de Harvard, que realizó importantes aportaciones al estudio de las
competencias.
Las
competencias son la conjunción de conocimientos, experiencias, actitudes y habilidades
necesarias para desempeñar efectivamente un puesto de trabajo en una
organización y un contexto determinado. Por tanto, seremos competentes en lo
que hacemos cuando seamos capaces de desarrollar nuestra actividad profesional,
o incluso personal, a través del empleo sistemático de los conocimientos
adquiridos, la experiencia lograda, nuestra actitud personal y habilidades en
cómo lo hacemos.
Lo destacado
de las competencias es que son características subyacentes de la persona, que se exteriorizan y por tanto, son
observables, manifestándose en una actuación determinada en el puesto de
trabajo. Por tanto, la empresa te valora no por lo que sabes, sino por como
aplicas ese saber. Un conocimiento interiorizado no sirve, interesa cuando es
compartido, de ahí la importancia de la gestión del conocimiento.
Si las
personas son el principal activo de una
empresa, el éxito empresarial lo construyen las personas. Y si la tecnología y los avances científicos se pueden
imitar por las empresas, lo que las personas somos capaces de aportar con
nuestro esfuerzo y actitud, con nuestra innovación y creatividad, resulta
difícilmente poder ser imitado, por lo que se convierte en verdadera ventaja competitiva.
Por tanto, el
éxito depende de forma directamente proporcional de lo que pueden hacer los
miembros de una organización. Y ese rendimiento es consecuencia de las
competencias que los trabajadores poseen y de la utilización que se hace del
conocimiento adquirido. Las competencias son la capacidad de hacer de una
persona, de un equipo en un momento dado. Se imaginan un médico en las urgencias de un hospital, con grandes conocimientos técnicos, pero que no transmite, no conecta con los pacientes, carece de habilidades de comunicación, sin inteligencia emocional. No sería un buen médico. Yo conozco uno que es todo lo contrario, además de preparación técnica y experiencia, su actitud y habilidades le hacen conectar con los pacientes, y eso te hace confiar. Es un buen médico. Todos tenemos múltiples ejemplos de personas competentes en su profesión, que destacan sobre los demás.
Por todo lo
anterior, se suelen identificar algunos factores
como determinantes en la generación de
competencias. Son los siguientes:
· La motivación, entendida
como aquello que condicionan el comportamiento de las personas.
· El concepto de
uno mismo, es decir, las actitudes, valores
o la imagen propia que tenemos de nosotros mismos.
· Los conocimientos, todo el
conjunto de informaciones que una persona posee sobre áreas concretas y específicas.
· Las habilidades,
consideradas
como la capacidad que desplegamos en desempeñar cierta tarea física o mental.
Una buena gestión de personas basada en las competencias
requiere de estrategias, prácticas y
sistemas orientados a:
· Una selección de personal determinada, que priorice un perfil de exigencias
para el desempeño de los puestos de trabajo;
· Una gestión de la formación interna orientada en facilitar las competencias
estratégicas y en desarrollar el potencial del talento de las personas;
· Unas políticas de carrera profesional y salarial eficaces e incentivadoras;
· Una apuesta por la evaluación del desempeño como mecanismo de incentivación
del esfuerzo, la excelencia y el mérito.
En definitiva, las competencias son el verdadero elemento diferenciador de las
personas en el desempeño eficiente de un puesto de trabajo, con independencia
del curriculum vitae, de la titulación académica, de la experiencia profesional
previa. Las competencias están vinculadas a la acción, a comportamientos observables,
como decíamos anteriormente. Son el ADN
de los profesionales con talento, nos definen como trabajadores, son la prueba de fuego por las que una empresa
evalúa eficientemente a un trabajador, de ahí que las organizaciones estén evolucionando
en su manera de reclutar y seleccionar: ya no interesa tanto el saber, sino el
saber hacer, el saber estar, así como el potencial que cada trabajador será
capaz de desarrollar.
Por tanto, las competencias implican
unos conocimientos, “saberes”, unas
habilidades “saber-hacer” y unas actitudes y conductas “saber estar” y “saber
ser” que están integrados entre sí. Este mix de factores constituyen los
elementos decisivos a la hora de determinar un desempeño excelente.
Igualmente, las empresas deben identificar
cuáles son esas competencias que identifican como necesarias para contribuir a
su éxito empresarial, con los comportamientos observables asociados, como por
ejemplo, la capacidad de adaptación al cambio, la autogestión, la autonomía, el
compromiso ético, la comunicación, el control emocional, el desarrollo
personal, el desarrollo de personas, la proactividad, la fortaleza interior, el
liderazgo, la capacidad de organización, la participación, las relaciones
interpersonales, la resolución de problemas, el trabajo en equipo,…
Las competencias, y sus componentes (conocimientos, habilidades, actitudes), son constatadas a través de las conductas, de los comportamientos. En
consecuencia, ¿estamos de acuerdo en que las competencias nos definen como trabajadores y profesionales? ¿Y como personas?
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