viernes, 20 de julio de 2012

La cultura del esfuerzo


Hace unas semanas me decía una alumna que había permanecido todo el curso escolar en Alemania como Erasmus, que por la dificultad idiomática (las clases eran en alemán, y ella conocía inglés), el balance académico era bastante pobre, aunque lo más provechoso que había obtenido de su experiencia en Alemania era la cultura del esfuerzo que había conocido entre los universitarios alemanes. Decía que las bibliotecas un viernes por la tarde o un sábado estaban siempre llenas…

Estas reflexiones me hacen pensar en la importancia que este concepto tiene en la sociedad española. ¿Se valora suficientemente? ¿Somos conscientes de que a través del esfuerzo avanzamos y crecemos? ¿Recordamos cual fue la clave de la etapa de desarrollo durante los años sesenta? ¿Hemos aprendido de las consecuencias nefastas de una cultura basada en el éxito fácil, en el brillo de lo financiero?

Indudablemente este concepto nos acerca al mundo del trabajo, a las condiciones laborales, a las aportaciones y contribuciones del trabajador y a las recompensas que la empresa debe realizar. Y ha tenido que ser que estemos padeciendo una crisis económica sin precedentes, para que comiencen a oírse voces que apuestan decididamente por la cultura del esfuerzo como un requisito necesario para afrontar una salida a la situación de crisis. Y entre estas voces destacan las del Presidente de Mercadona Juan Roig, que aboga claramente por la cultura del esfuerzo, poniendo ejemplos tan visibles y cercanos para todos nosotros como son los bazares chinos. Prefiero recordar más que a los chinos, los ejemplos de empresas españolas, pequeñas empresas que salían adelante con el trabajo de toda la familia.

La cultura del esfuerzo suele estar vinculada a la cultura del trabajo, que podemos considerar como un factor actitudinal de gran transcendencia para la vida. Es oportuno detenernos para referirnos a la palabra cultura, que consiste en el conjunto de patrones o cánones de conductas que se tienen como paradigmáticos. En lo referente al concepto esfuerzo, puede tener un doble sentido, interno y externo, e implica el empleo enérgico de fuerza física contra un impulso o resistencia y el empleo enérgico de la actividad para vencer las dificultades que se oponen a cualquier logro.

Quiero pensar que la palabra esfuerzo está más vinculada a la autorrealización y motivación personal. Sin estas actitudes el esfuerzo no será un valor permanente. Así podemos encontrar elementos que se asocian al esfuerzo personal: la disposición que ponemos en nuestro trabajo, la autoexigencia que nos imponemos como actitud ante nuestras responsabilidades, el aliento para afrontar los objetivos, el empeño en alcanzar nuestras metas personales, el desvelo que ponemos en la consecución de una meta, la voluntad para cumplir con nuestras obligaciones, el ánimo en la realización de cualquier actividad. Todo esto nos acerca al necesario esfuerzo de debemos poner en lo que hacemos, en nuestro trabajo, en nuestra vida.


La palabra esfuerzo es una palabra universal llena de valores en sí misma. En consecuencia, en la crisis actual, es aún más importante. El valor del esfuerzo se puede enseñar, de ahí la importancia del sistema educativo, para que sea capaz de transmitir a los niños y jóvenes la importancia absoluta de cara a afrontar los proyectos vitales de cada uno. Por tanto, se puede también exigir. En un momento como el actual, lleno de incertidumbre por el futuro, es “exigible” un esfuerzo añadido.  No hay valor más grande para el cambio personal y profesional que el esfuerzo.

El esfuerzo exige disciplina y motivación, en el sentido de que uno mismo se autoimpone, por tanto, no debe ser impuesta. Es más, se ha dicho que el esfuerzo es el fundamento del desarrollo de la persona, es garantía de progreso personal. De ahí la importancia de que los jóvenes lo tengan muy claro.

A veces se le ha dado un matiz peyorativo al esfuerzo. Pero la realidad, es que las personas no vivimos del aire, sino de nuestro esfuerzo, de nuestro trabajo personal.

La cultura del esfuerzo nos quiere destacar que cualquier logro, meta o desempeño excelente requiere esfuerzo. Que el esfuerzo suele ser garantía de éxito, o al menos, de satisfacción personal.

Como conclusión quiero resaltar que la cultura del esfuerzo, no debe ser considerada ni rigurosa ni permisiva. Es una virtud que hay que enseñarla y cultivarla. Que sin esfuerzo no se produce el necesario aprendizaje que para cualquier desempeño precisamos.

Y en estos momentos de emergencia económica en España considerar la cultura del esfuerzo es una exigencia nacional necesaria para afrontar una tarea de recuperación que considero titánica, a la vez que un deber como ciudadanos comprometidos.

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