"El líder futuro será un poco mas humano y más humanista, y tendrá un poco más de alma que ahora"
Emilio Moraleda
Ser directivo hoy se ha convertido en una tarea enormemente exigente. Vivimos en un tiempo en el que las empresas y organizaciones deben afrontar retos de gran complejidad. Unido a las dificultades propias del negocio, el entorno sometido a vertiginosos cambios, hacen que el directivo deba estar permanentemente preparado para tomar las decisiones adecuadas. Si a todo esto le añadimos, la gestión de los procesos a través de los cuales la organización da respuesta a las necesidades de sus clientes, estamos ante el tercer elemento, el que consideró clave en la actividad de un directivo: las personas.
Hoy más que nunca, el directivo necesita pensar siempre en el futuro, mientras lucha con el presente. Emilio Moraleda habla de los pilares del líder para referirse a los valores clave que gobiernan su actuación y en todo momento predica con el ejemplo, desplegando todo su potencial. Esos valores, que denomina magistralmente como "el oro molido", constituyen toda una hoja de ruta de lo que el directivo actual debe afrontar en el desarrollo de su función. Son los siguientes:
- Resultados: si el directivo no consigue resultados la empresa desaparece.
- Integridad: el directivo sin integridad no es creíble y termina cayendo.
- Innovación: el directivo que no innova se queda superado por la competencia.
- Respeto por la gente: el directivo que no respeta no ejerce de líder.
- Cuidar el talento: el directivo que no desarrolla el talento no sabe lo que tiene entre manos y acabará perdido en su gestión.
Efectivamente, ser directivo hoy implica estar muy atento a las conductas, habilidades y valores que se consideran imprescindibles en el contexto actual. En un inventario rápido destaco las siguientes:
- Capacidad para crear el mejor equipo.
- Capacidad para delegar y responsabilizar.
- Capacidad de afrontar dificultades y retos.
- Capacidad para desarrollar a las personas.
- Capacidad de comprometerse con personas y proyectos.
- Capacidad para generar confianza.
Para concluir, se podría decir una vez más, que el directivo sólo requiere de sentido común. Para triunfar en la gestión de hoy se requiere tener buenas habilidades personales, interpersonales y de dirección de personas, a la vez que una actitud proactiva. La cuestión es que las actitudes y el comportamiento no siempre son congruentes. El directivo líder debe tener una actitud proactiva mutuamente influyente, asumida por todas y cada una de las personas que integran el equipo.
Si la anhelada competitividad es función del compromiso y del talento, podemos concluir que no hay competitividad sin la adecuada actitud, y no hay actitud sin ser conscientes de nuestro comportamiento. Sólo un directivo líder ejercerá un liderazgo consciente cuando sea fruto del entrenamiento, de la práctica prudente y de la adecuada formación. Por ello, ser directivo hoy es un apasionante reto que la persona, el directivo, debe afrontar con formación, capacidad y competencia.
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