A la memoria de mi abuelo Benigno.
"Héroes del trabajo" era el título de un artículo que mi abuelo Benigno publicó en la revista Héroes el 27 de enero de 1925, en el que realizaba un semblante de D. Ezequiel Villazán, Ingeniero Jefe del Ayuntamiento de Madrid con motivo de su fallecimiento.
La relectura de este artículo, emotivo para mí por motivos obvios, me ha reforzado en la idea de que tuvo que ser una persona adelantada para su época. Su actividad, en múltiples facetas, testifican un semblante digno de elogio. Pero lo que más me llamó la atención en este artículo fueron los argumentos que utilizó para definir la actuación y comportamiento del Sr. Villazán como jefe, como responsable de personas. Y aún más el reconocimiento que daba al trabajo esmerado, eficaz, calificándolo como de heroicidad. Que interesantes argumentos, y qué actuales, dichos hace casi !!!90 años¡¡¡.
Habla de laboriosidad, de talento, que tanto responsables como subordinados "supieron apreciar sus dotes" y "fueron también los obreros donde alcanzaron las caricias paternales del jefe y del amigo, siempre noble, caritativo y generoso".
Habla de "Hombres sabios, que al ejercer sobre el humilde obrero su autoridad, lo hacen con tanta rectitud como dulzura,...". Se aprecia una interesante referencia a los valores y a un enfoque de corte claramente humanista.
Esta referencia histórica y personal, me sirve para focalizar el análisis en la importancia de la dimensión humana en el desempeño de nuestro trabajo, sea como directivo o no. Héroes del trabajo es un alegato en defensa del trabajo bien hecho, del respecto de la dignidad del trabajador, de la rectitud de comportamientos, del trato generoso hacia la persona. Sin citarlo, mi abuelo estaba hablando del verdadero liderazgo.
La tarea directiva tiene intrínseca un modo de actuar que implica la totalidad de la persona, por lo que antes de directivo se es persona. El directivo se hace y crece en la medida que se desarrolla como persona, desplegando todo su potencial. Sólo desde una persona madura y con fundamentos morales sólidos es posible hablar de buenos responsables. Se dice actualmente, que el líder del siglo XXI es aquel que ha comprendido que la generosidad es la pieza clave para entender el desarrollo personal y directivo. ¿Es posible entender un liderazgo actual sin las premisas de la generosidad, la confianza y el servicio? No lo creo. Reconozco que esto implica un cambio de mentalidad, abandonar modelos de liderazgo trasnochados y muy superados. Y esto precisa de un proceso de transformación como personas y como directivos. Por eso es tan importante una formación integral que apueste por los valores, por una visión integral de la persona, una formación humanista.
El caso es que muchas veces, el devenir de los acontecimientos no nos dejar ver con claridad lo que realmente necesitamos. Supone un gran acierto llegar a identificar aquellas habilidades personales que practicadas con tesón y constancia, pueden producirnos más logros en el trabajo y a la postre, proporcionarnos mayores satisfacciones.
Otro concepto que me resulta sorprendente dicho hace 90 años es la referencia a "Hombres sabios..." Que interesante argumento: la sabiduría del líder. Domènec Melé afirma que "la sabiduría y el liderazgo se funden en personas con amplitud de miras, conocimiento del hombre, y por supuesto, compromiso con la búsqueda de la verdad y el bien". Esto nos lleva a preguntarnos, ¿cómo se lleva la sabiduría a las empresas y organizaciones? Algunos lo consiguen mediante el despliegue de aspectos tan decisivos como:
- El análisis justo de las situaciones y problemas.
- La reflexión equilibrada y profunda de las consecuencias de nuestras acciones y decisiones.
- Pensando en las personas y no sólo en los resultados a corto plazo.
- Actuando y buscando el bien común aunque suponga sacrificios.
- Haciendo y comprometiéndose con la verdad.
- Buscando lo que es recto.
- Tratando de orientar la conducta hacia la excelencia.
La autoridad bien ejercida es igualmente un elemento determinante en el desempeño excelente. El poder que manda frente a la autoridad que influye. Estoy convencido que pocos factores tienen tanta transcendencia en el trabajo de las personas como saberse dirigidas con autoridad y sabiduría hacia objetivos compartidos e ilusionantes para todos.
Directivos, jefes, mandos que no han actuado como poder autoritario en sus organizaciones han visto la empresa como una auténtica oportunidad de crear una comunidad de personas y no sólo un instrumento para generar beneficios. Han ejercido un verdadero liderazgo a través del conocimiento de las personas que componían sus equipos y han sabido desarrollar una actuación que pasa por:
- Establecer metas atractivas
- Exigir y corregir, pero al mismo tiempo comprender y perdonar.
- Entender qué podía hacer feliz a la gente y qué no.
- Fomentar la formación como herramienta de desarrollo de personas.
- Potenciar las motivaciones que más satisfacción generan.
Finalmente, me detendré en la generosidad. Inmaculada Cerejeido dice que "La generosidad significa saber que también hay de dejar a otros la oportunidad de que den para que puedan sentir la satisfacción de dar. Y que sólo es generosidad ofrecer lo que otros necesitan y no la entrega de lo que a uno mismo le apetece ofrecer." Cuando se consigue un objetivo que no tiene en cuenta al equipo que lo ha apoyado, es un planteamiento que a largo plazo no compensa. Sólo desde planteamientos amplios, basados en la ganancia común y en la mejora para todo y todos, se consiguen grandes resultados. Yo crezco aún más si los que me rodean crecen conmigo. Así es el liderazgo que basa su actuación en la generosidad.
Así debió ser D. Ezequiel Villazán, cuyas virtudes como responsable de equipos y personas, glosó mi abuelo Benigno, en un artículo periodístico que traigo a la memoria y que me ha servido para reflexionar sobre las virtudes que deben acompañar a un buen directivo y que a modo de conclusión podemos sacar esta enseñanza, que en mi humilde opinión, los convierte en verdaderos héroes del trabajo:
Así debió ser D. Ezequiel Villazán, cuyas virtudes como responsable de equipos y personas, glosó mi abuelo Benigno, en un artículo periodístico que traigo a la memoria y que me ha servido para reflexionar sobre las virtudes que deben acompañar a un buen directivo y que a modo de conclusión podemos sacar esta enseñanza, que en mi humilde opinión, los convierte en verdaderos héroes del trabajo:
"El poder lo da el cargo, la autoridad las
personas".
Benigno Pereda del Río
Hola, Javier. Estoy trabajando en un libro sobre una colaboradora de la revista Héroes. Me gustaría hablar contigo. Te dejo mi correo: andreamomoitio@gmail.com. ¡Gracias!
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