"La DSI no es un punto intermedio entre el liberalismo y el socialismo, como si la Iglesia hubiera tomado lo mejor de cada uno para combinarlos en una tercera posición híbrida. La DSI trasciende estos sistemas, porque sus antecedentes histórico-doctrinales son anteriores: su punto de partida es totalmente original: la dignidad de la persona humana, “sujeto, fundamento y fin de la sociedad”."
Juan Pablo II
La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) es un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, familiar, política y económica que afectan históricamente al hombre y a la comunidad humana, basados en el Evangelio y en el magisterio de la Iglesia Católica. La DSI debe ser entendida como un proceso de reflexión siempre abierto a las nuevas cuestiones que la vida real va planteando y a los avances y aportaciones de las ciencias sociales y económicas. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia es un cuerpo doctrinal renovado, que se va articulando a medida que la Iglesia, a través de sus Papas, lee los hechos y realidades sociales según se desenvuelven en el curso de la historia. Dicho Compendio fue aprobado por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz en 2004 por expreso deseo del Papa Juan Pablo II. El Papa quería una compilación de todas las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica, por lo que el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz escribió el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia dedicado a él, a quien se nombró el "Maestro de la doctrina social y Testigo evangélico de la Justicia y de la Paz".
La realidad es que a pesar de lo importante y siempre actual de sus enseñanzas y orientaciones, la DSI es una gran desconocida. En un contexto como el actual, sometido a grandes transformaciones y cambios de paradigma, cuando muchos de los elementos que han sostenido la sociedad se resquebrajan, cobra fuerza este compendio de sabiduría que encierra la Doctrina Social de la Iglesia en ámbitos tan diversos y a la vez tan actuales para la persona y la sociedad en general. Los ocho Papas que han aportado enseñanzas a través de 17 Encíclicas (desde la Rerum Novarum del Papa León XIII en 1891 a la Laudato Si´ del Papa Francisco en 2015), junto a las dos aprobadas por el Concilio Vaticano II, recogiendo orientaciones y visiones para la sociedad y las personas, tan necesarias cuando los problemas y dificultades a lo largo de más de un siglo han sido enormes. Por ello reivindico un mayor conocimiento de la DSI por parte de la sociedad, sus líderes, empresarios, políticos y ciudadanos en general, para que sirva de basamento ético de gran importancia en la toma de decisiones a todos los niveles: en la defensa de la dignidad de la persona, en la defensa de la dignidad del trabajador, en el respeto de unas condiciones laborales dignas y seguras, en el respeto de un salario justo y digno, en el respeto y defensa de la naturaleza y el medio ambiente, en la denuncia de unas desigualdades sociales injustas e hirientes para la persona, en la defensa de un desarrollo económico respetuoso con la persona y su dignidad, en la promoción de un modelo de empresa, como organización y sistema de producción, que fije en la persona su referente de actuación, etc.
Todo ello me lleva a defender el valor de tanta sabiduría, para que en periodos de confusión e incertidumbre, como los actuales, sean una buena fuente donde tomar argumentos a favor de la persona, puesto que de eso se trata en última instancia, y poder promover la organización de una sociedad más justa y humana.
Curiosamente, en una sociedad que se llama del Conocimiento, muchas veces se echa en falta precisamente eso, conocimiento, discernimiento y reflexión sobre los graves problemas que han acechado y acechan a las sociedades en general y personas en particular, aportando una visión humanista que alumbre comportamientos más éticos y respetuosos de una dignidad muchas veces pisoteada.
Un ámbito concreto que se ha ocupado extensamente la DSI es el de la empresa y el trabajo humano. En este sentido, son muy relevantes las palabras de Juan Pablo II en la Encíclica Laborem Exercens que pretenden "poner de relieve que el trabajo humano es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre". Esta cuestión me lleva a que la DSI ofrece elementos muy valiosos para enriquecer la denominada Responsabilidad Social de la Empresa que está teniendo un considerable desarrollo en la actualidad. Sean bienvenidas iniciativas que pongan en valor la verdadera responsabilidad social que tiene la empresa, que ofrecen luz sobre la economía y sus exigencias éticas: que la empresa esté al servicio de la persona, que favorezca su desarrollo auténtico, que sea capaz de impulsar un humanismo integral y solidario. Sin duda son beneficios que el Compendio de sabiduría está propiciando poco a poco.
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