miércoles, 13 de noviembre de 2019

Los saberes para dirigir


“Una organización es la sombra del que la dirige”
Pascual Montañés

Se suele decir que el liderazgo es la capacidad de transformar la visión en realidad. Por eso, ser líder no significa tener un cargo formal, es independiente de las estructuras formales. Gracias a sus capacidades de liderazgo, una persona puede acceder a puestos mas relevantes e importantes. La existencia de uno o varios líderes en las organizaciones es muy importante, porque son estas personas las que son capaces de conseguir el esfuerzo extra por parte de sus subordinados. El líder debe ser un estimulador, un guía, porque él es fundamental para la buena marcha de una organización. 

El desempeño eficiente de la dirección requiere talento especializado, conjugar de forma inteligente tanto el análisis como la intuición, así como, entre otras muchas cosas (roles, habilidades, competencias y actitudes), coordinar y comunicar a equipos y personas. Es un proceso tan amplio y complejo que se suele identificar como un arte, el arte de dirigir. Implica confianza en el líder y eso no es un proceso fácil. Las personas que ejercen la dirección tratan como prioridad el asegurar la consecución de determinados objetivos, unas metas a alcanzar, así como obtener un eficaz funcionamiento de sus ámbitos organizativos.

La habilidad en el arte de dirigir es el proceso de orientación de los miembros de una organización para obtener un fin, pero con disposición y entusiasmo. Son elementos básicos: la capacidad para influir en las creencias o en las acciones de las personas, el talento para entender a los demás, la capacidad de inculcar comportamientos y actitudes, asumir que es más valioso influir que mandar, y finalmente, ser capaz de crear un clima favorable y estable en la organización. Dirigir consiste en traducir objetivos corporativos en comportamientos individuales y, en ese proceso,  hacer emerger lo mejor de cada persona para ponerlo al servicio de la organización.

Koontz y O’ Donnell, refiriéndose a la habilidad en el arte de dirigir personas destacaban cuatro elementos:
  • La autoridad y el poder del líder: Es la capacidad para influir en las creencias o en las acciones de las personas. No sólo implica la competencia para ordenar lo que se debe hacer, sino también, para influir en cómo se deben llevar a cabo sus instrucciones. La autoridad emana por la posición que el individuo ocupa en la estructura teniendo la última palabra en la toma de decisiones que afectan a otros.
  • Comprender a los subordinados: Dirigir debe implicar capacidad para entender a los subordinados, que como personas tienen dispares motivaciones y expectativas, de acuerdo a su personalidad, su historia personal y su experiencia laboral.
  • Inspirar a los seguidores: Inculcar comportamientos y actitudes en los subordinados con la finalidad para que apliquen todas sus capacidades en la realización de un proyecto común. 
  • El estilo y clima que crea el líder: Estos aspectos son fundamentales en la creación de una determinada cultura empresarial, tanto dentro del grupo, como en el entorno con el que se relaciona.

Dirigir no es fácil, pero podemos contribuir a que no sea una tarea imposible. A modo de decálogo, los "saberes" fundamentales para su desarrollo efectivo pueden ser los siguientes:
  1. Saber gestionar expectativas y percepciones. Conociendo las expectativas podemos intervenir gestionando e influyendo en sus percepciones, consiguiendo una mayor satisfacción. Hace comentarios positivos sobre el desarrollo de los demás. Se refiere a las habilidades actuales y futuras y/o el potencial para aprender, incluso en casos difíciles. Cree que las personas quieren y pueden aprender para mejorar su rendimiento.
  2. Saber asignar responsabilidades. A través de procesos de delegación y de empowerment, que permitan un mayor compromiso e implicación de los colaboradores. La función del directivo líder es delegar porque su función es gestionar a través de otros.
  3. Saber exigir resultados. La obtención de objetivos y logros es consustancial al proceso de dirección. Exigir resultados implica valorar el trabajo que se realiza, y por tanto, saber reconocer y recompensar adecuadamente.
  4. Saber ayudar, facilitar y enseñar. La vocación de servicio forma parte de la actuación en el proceso de dirigir. Proporciona formación, o experiencias en el trabajo que sirvan para adquirir nuevas capacidades o habilidades. Hace que las personas lleguen a la solución de los problemas en lugar de darles simplemente la respuesta.
  5. Saber comunicar. Una comunicación fluida y sincera nos hace accesibles y permitirá conectar, transmitir y orientar ideas, proyectos e ilusiones. Según Ferran Ramon-Cortés, las cinco claves para una comunicación memorable comunicar es ofrecer un único gran mensaje, explicado de forma memorable, con un lenguaje que conecte, teniendo en cuenta que el mensaje que cuenta es el capta la gente, invitando en lugar de intentando convencer. Y  todo esto, siendo capaz de llegar a las emociones.
  6. Saber persuadir. Para persuadir se requieren cualidades de simpatía y don de gentes, para generar lealtad y compromiso por parte de los seguidores. La persuasión y la influencia genera mejores resultados que el mando. El reto de dirigir es generar contextos creativos y estimulantes donde las personas puedan probarse, puedan retarse, puedan hacer. Cuando te enfrentas a la acción, es cuando demuestras que eres capaz de hacerlo. La capacidad para persuadir es un arte, un don de gentes, que con carisma y elocuencia, afrontan el reto básico del liderazgo: conseguir que se haga algo a través de otras personas.
  7. Saber generar entusiasmo e ilusión. Generar un clima adecuado en el que se trabaje con ilusión, energía y optimismo provoca una motivación que se convierte en una verdadera palanca para la consecución de los objetivos.
  8. Saber ser ejemplo. El comportamiento y las actitudes del líder son el espejo en el que se fija el equipo o la organización. No exigir lo que no se hace. Ya lo decía Miguel de Cervantes "El ejemplo es la más irresistible seducción".
  9. Saber crear equipo. Hacer realidad la verdad de la sinergia, que el trabajo colectivo es mayor que la suma de las individualidades. Para ello es necesario crear el ambiente y espacio propicio que el equipo funciones al mas alto nivel, considerado su diversidad y complementariedad.
  10. Saber ser humilde. Frente al líder arrogante que hace valer su cargo (Potestas), aparece el líder humilde (Auctoritas) cuyo reconocimiento por el equipo es el resultado de su trabajo, esfuerzo, constancia y modestia. Martin Serigman considera que la humildad en el líder se caracteriza por una conciencia profunda de nuestras habilidades; por la capacidad de reconocer nuestros errores, deficiencias, límites; por la apertura a nuevas ideas, sugerencias contradictorias; por un enfoque no exclusivo sobre nosotros mismos y por la capacidad de apreciar la contribución de los demás.


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