El sorprendente cambio de gobierno que ha vivido España muestra lo efímera y cruel que puede llegar a ser la política. Y a la vez, su grandeza y la confianza demostrada en las instituciones políticas, cuando se aceptan las normas democráticas con responsabilidad y se asumen las consecuencias que la aritmética parlamentaria genera. Otra cuestión es si el proyecto político resultante es algo circunstancial y coyuntural, o en cambio, tiene recorrido para articular mínimamente una acción de gobierno. No entro en el debate político, que sin duda existe, generado por la caída de un gobierno por una moción de censura y la constitución de un nuevo gobierno apoyado por un partido con tan sólo 85 diputados. En cambio, si me interesa analizar el cambio producido desde otra perspectiva, aquella que tomando como referencia a Stephen Covey y su tratado sobre la efectividad ("Los siete hábitos de la gente altamente efectiva"), me hacen reflexionar sobre las victorias, privadas y públicas, de las personas y los gobiernos, y de cómo por las personas o desde el gobierno se afrontan proyectos y desafíos.
La efectividad que propone Covey se basa en los principios, que son los que nunca cambian, son más importantes que las técnicas, y hace que lo que somos comunique más elocuentemente que lo que decimos. La efectividad se apoya en los hábitos que son la relación directa entre el conocimiento, la habilidad y la motivación. Un gobierno efectivo ha de conjugar el conocimiento experto en muchas materias, la habilidad en el desarrollo de su acción, mediante una comunicación que convence, una capacidad de negociación basada en el que todos ganan, un pragmatismo que haga abordar los problemas actuales, pero sobre todo una visión sobre los retos futuros que hay que abordar. Y en tercer lugar, mucha determinación y coraje, motivación que le haga no desfallecer ante tanto por hacer.
Alcanzar la efectividad implica transitar por un proceso continuo de maduración personal. Proceso que va desde la dependencia, cuando se necesita de otras personas, que son responsables de lo que nos sucede, pasando por la independencia, cuando la persona es responsable de todo y tiene la responsabilidad de lo que hace (victoria privada). El proceso termina en la interdependencia, donde las personas, el equipo, ocupan un lugar destacado, y con el talento y las habilidades de todos, se pueden lograr y alcanzar las metas y objetivos más elevados (victoria pública). Un gobierno alcanza la efectividad cuando logra con el concierto de una sociedad, el consenso adecuado para resolver problemas y avanzar en las medidas que faciliten la vida de sus ciudadanos.
Alcanzar la efectividad implica transitar por un proceso continuo de maduración personal. Proceso que va desde la dependencia, cuando se necesita de otras personas, que son responsables de lo que nos sucede, pasando por la independencia, cuando la persona es responsable de todo y tiene la responsabilidad de lo que hace (victoria privada). El proceso termina en la interdependencia, donde las personas, el equipo, ocupan un lugar destacado, y con el talento y las habilidades de todos, se pueden lograr y alcanzar las metas y objetivos más elevados (victoria pública). Un gobierno alcanza la efectividad cuando logra con el concierto de una sociedad, el consenso adecuado para resolver problemas y avanzar en las medidas que faciliten la vida de sus ciudadanos.
Con estas premisas sobre la efectividad, aparecen y se consiguen las victorias privadas y públicas. La victoria privada son los logros personales que se deben conseguir antes de poder interactuar de manera eficiente con nuestro entorno. Las personas son un reflejo de nuestra sociedad, ya que muchas veces lo que dicen o esperan de nosotros, condiciona lo que somos y los paradigmas que tenemos de la realidad. Para poder modificar esto podemos decidir de que manera debemos reaccionar a los sucesos que ocurren en el exterior y modificar la manera que esto nos afecta. Esto es posible por medio de la autoconciencia, la creatividad y la voluntad. La independencia es vital para ser líder, para trabajar en equipo podemos compartir de manera más profunda y significativa con los demás y beneficiarnos de sus recursos y de su talento personal. Un gobierno que aspire a la victoria privada debe lograr la independencia, estar libre de ataduras y pactos ocultos que condicione su labor. Esa victoria privada se logra actuando siempre con iniciativa y responsabilidad (ser proactivo), con un programa de gobierno ilusionante (Comenzar con un fin en mente) y gestionando las prioridades y planificando tareas basadas más en lo importante que en lo urgente (Primero lo primero). Lo que a nivel de persona, te permite conseguir el autocontrol, para un gobierno, la victoria privada otorga la autonomía e independencia requerida para el ejercicio de una acción política basada en la ejemplaridad.
Por su parte, la victoria pública ayudará a aprender a trabajar en cooperación con los demás. Por ello es importante que siempre se tenga presente que la clave para manejar las relaciones con los demás es primero manejarse a uno mismo. Sin una victoria privada difícilmente se podrá obtener alguna victoria pública. En otras palabras, la habilidad para gestionar óptimamente a los demás determinará en gran medida el éxito que se tenga en nuestro ámbito personal. Porque dependerá de la forma en la que se convive con los demás, el tipo de persona que llegaremos ser.
Un gobierno que trabaja por la victoria pública, logra la interdependencia, a través de una acción política siempre orientada hacia el bien común, con medidas que beneficien a todos (Pensar en Ganar/Ganar), mediante un permanente contacto con los ciudadanos, tratando de conocer sus necesidades y aspiraciones, siendo consciente de sus dificultades (Procure primero comprender y después ser comprendido) y buscando el apoyo de una sociedad, conectando y alentando una sintonía con la ciudadanía, como base para conseguir metas superiores (La sinergia). En definitiva, una victoria pública lleva a comprender al ciudadano, tratando de comprenderlos tanto como quisiéramos ser comprendidos nosotros y tratar a las personas en términos de esa comprensión; prestando atención a las pequeñas cosas: los pequeños detalles que muchas veces pueden ser pasados por alto o no advertidos pueden marcar la diferencia en la acción política; mantener los compromisos, no prometiendo nada que no pueda cumplir ya que esto supondrá una disminución en el grado de confianza; aclarando las expectativas, pues lo más recomendable es poner las cartas sobre la mesa; demostrando integridad personal, que implica evitar la hipocresía interior, la mentira, etc., todo aquello que pueda terminar cerrando cualquier posibilidad de interacción y confianza con las personas; disculpándose sinceramente cuando se comete un error, ya que este simple acto de humildad, si es sincero puede significar un gran depósito de confianza en los ciudadanos, y finalmente, actuar y desarrollar la acción de gobierno sin someterla a intereses egoístas o partidistas, siguiendo principios orientados al bien común e interés general de España.
Finalmente, la efectividad personal se logra con la renovación equilibrada (Afilar la sierra) en los aspectos básicos de la vida, una evolución continua que lleva a un crecimiento que permita llegar a nuevos niveles de comprensión e integración de los demás hábitos. A nivel de gobierno, la efectividad y excelencia se alcanza con la necesaria renovación de ideas, equipos y políticas, que permitan revisar las victorias privadas y públicas, de manera que la acción de gobierno se vea impulsada permanentemente a nuevos desafíos y retos.
Con esta perspectiva, ni Rajoy es el derrotado ni Sánchez sale victorioso. El balance riguroso de lo hecho y el proyecto de lo que se pueda hacer, resolverá la incógnita, asumiendo que la política es un arte que requiere tiempo y perspectiva, pues es un proceso continuado de tomar decisiones y encajar las criticas de la oposición y de los ciudadanos. Es la democracia, tan imperfecta como necesaria, donde las victorias privadas y públicas serán la razón de ser de una verdadera vocación de servicio publico.