"Grande es aquel que para brillar, no hace falta apagar la luz de los demás"
Eduard Marc Show
"El precio de la grandeza es la responsabilidad"
Wiston Churchill
Se han dicho tantas cosas sobre el liderazgo que ciertamente es un concepto sumamente complejo y por tanto, poliédrico. Hay tantos tipos de liderazgos como autores lo han estudiado. Me gusta referirme al liderazgo como un proceso a través del cual las personas influyen en otras motivándolas a conseguir objetivos y metas superiores. La persona que ejerce el liderazgo se diferencia de los demás miembros de un grupo o de la sociedad por ejercer mayor influencia en las actividades y en la organización de éstas. Se puede afirmar que con el liderazgo se adquiere status al lograr que el grupo o la comunidad alcancen sus metas; así mismo, le corresponde distribuir poder y responsabilidad entre los miembros de su equipo. Esta capacidad de distribuir responsabilidades juega un papel importante en la toma de decisiones y, por lo tanto, en el apoyo que el grupo le otorga, ya que el líder logra integrar e inspirar alrededor de una visión común o compartida. De esta manera no habrá duda de que el equipo seleccionado hará lo necesario dentro de su responsabilidad para llegar a la meta, e incluso, superar las expectativas planteadas.
Con este planteamiento, el liderazgo se ve como un proceso capaz de alcanzar lo inalcanzable, en donde las metas por muy elevadas que sean, no son obstáculos sino oportunidades de crecimiento para seguir avanzando hasta alcanzarlo. Todo muy bonito..., pero a veces la realidad es muy tozuda, y las capacidades y competencias de liderazgo por muy excelentes que sean resultan insuficientes. Estamos ante escenarios o situaciones en los que liderar no basta....
La compleja situación de Cataluña pudiera ser ese escenario en el que liderar no basta. La deslealtad manifiesta de los gobernantes catalanes hace que sean precisos y necesarios otros elementos para solucionar este grave conflicto para España. El liderazgo del Presidente Rajoy no basta para por si sólo desarrollar las fundamentales decisiones que exige un problema de tanta magnitud. Me estoy refiriendo a que el desafío secesionista ha llegado tan lejos que exige una respuesta no de un líder sino de un Estado, no de un partido sino de la amplia mayoría de partidos. Exige por tanto una respuesta global, abordando los elementos estructurales que han provocado el problema: permisividad en el incumplimiento de la ley, el adoctrinamiento ideológico en la educación durante décadas y que no se garantice el derecho de muchos alumnos a una educación en castellano libre de injerencias nacionalistas, etc.
Por ello, una vez más son necesarias verdaderas políticas de Estado en asuntos capitales, que canalicen y reconduzcan los verdaderos problemas de España por cauces adecuados, sin forzar salidas cortoplacistas basadas en el interés partidario y el cálculo electoral, y no en el interés de España. Es pues esta una verdadera asignatura pendiente de la democracia española, de los grandes partidos nacionales. Estamos ante una oportunidad histórica, como en el inicio de la Transición, en el que el pacto y el deseo de sentar las bases de un Estado democrático hicieron de España un modelo a seguir, un modelo de transición de una Dictadura a la Democracia. Ahora es otro momento decisivo, en el que la voluntad de fortalecer España quede por encima de los intereses partidistas, y debe ser la voluntad de acuerdo y consenso la que permita sentar las bases de una nueva Transición, que ponga freno a los desafíos y egoísmos independentistas. Es la hora de España. Ha tenido que producirse el más grave atentado contra la soberanía nacional para que se reaccione. Esperemos y confiamos que sea en la dirección correcta. Cuando el liderazgo no basta, aparece la responsabilidad de todos.