El talento está de moda. Este concepto se usa y abusa para destacar, en última instancia, nuestras capacidades personales. El evangelio de hoy domingo, 16 de noviembre, nos trae la parábola de los talentos. "A cada uno le dio en función de sus capacidades". La reflexión del talento cobra especial importancia en la sociedad actual, en donde la clave radica en saberlo descubrir, para dedicarle nuestro mayor esfuerzo. El talento es un intangible que define a la persona en la medida que es capaz de desarrollarlo. Lo mismo que la semilla necesita del agua y la tierra para crecer, el talento personal necesita de nuestra determinación y nuestra convicción por hacerlo visible. El señor de la parábola llamo "negligente y perezoso" al empleado que enterró el talento que le había confiado, por miedo y por lo exigente que era. No podemos permitir que las circunstancias, el miedo, nos paralice. Nuestro talento espera de nuestra constancia y perseverancia. El éxito es cuestión de constancia.
Son numerosas las referencias que nos encontramos en la vida que nos acercan a este concepto. También en el cine. Es conocida la frase que Chris Gardner (Will Smith) le dice a su hijo pequeño, en "En busca de la felicidad":
"Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Si tienes un sueño debes protegerlo. Si alguien no puede hacer algo te dirá que tú tampoco puedes. Si quieres algo ve tras ello."
Preciosa cita y escena que encierra un enorme potencial. Ese sueño es el talento que cada persona tiene y que debe protegerlo. El potencial que nuestro talento será capaz de ofrecernos si sabemos dar los pasos adecuados, que necesariamente implicará compromiso, capacidad y motivación. Y para desarrollar todo este potencial necesitamos ser proactivos, que es la actitud y predisposición a tomar el control real de los aspectos importantes de nuestra vida. Conseguimos resultados a través de la iniciativa, la anticipación y la acción. Esta es la clave de nuestro talento. Si no somos proactivos no conseguiremos gestionar de manera positiva nuestra vida. Frente a la proactividad, se encuentra la pasividad y el desánimo, que pienso son las principales estacas o barreras para hacer brillar nuestro talento:
- PROACTIVIDAD: Iniciativa, planificación, acción, ejecución, anticipación, actividad, buscar soluciones, afrontar retos y conflictos, modificar fallos, animar a otros, optimismo, visión positiva, diálogo, comunicación abierta, etc.
- PASIVIDAD: Pereza, procrastinación, contemplación cansina, inmovilismo, apatía, reactividad, reacción negativa, innecesaria crítica mordaz, lamentación continua, queja constante, etc.
Por tanto, es cuestión de talento descubrir esas claves para "pasar al banquete", el banquete de nuestra satisfacción personal y autorealización profesional, que nos permita crecer y fructificar lo recibido.