lunes, 4 de agosto de 2014

Las zonas de confort organizacionales




"Tomar la iniciativa no significa ser insistente, molesto o agresivo. Significa reconocer nuestra responsabilidad de que las cosas sucedan"
Anónimo.


Siempre me ha perecido un tema de gran interés saber identificar adecuadamente las llamadas zonas de confort, aquellas "zonas o espacios" en donde nos sentimos seguros, cómodos. La zona de confort nos da una cierta idea de seguridad, pero puede resultar engañosa. La zona de confort es esa zona que para nosotros es familiar, incluso aunque no estemos en la situación deseada y las posibilidades de desarrollo personal y crecimiento profesional sean notablemente menores. Pero asumamos que toda evolución y avance se alcanza fuera de esa zona. Lo que pasa es que inmediatamente asociamos salir de esa zona al miedo, el dolor, al que dirán o la incertidumbre. Prefiero lo malo conocido que lo bueno por conocer, es una frase del refranero popular que explica muy bien esta situación.

Lo que sucede es que esa "comodidad" nos hace relajarnos, los objetivos son menos exigentes y, por tanto, las posibilidades de crecimiento personal son menores. Precisamente salir de esa zona de confort e incorporarnos a un nuevo espacio, de incertidumbre podríamos denominarlo, nos invita a la acción, al movimiento, a la toma de decisiones, y por tanto, al crecimiento y al aprendizaje.

Esto que sucede en el ámbito de las personas me gustaría trasladarlo al entorno de las empresas y organizaciones. Efectivamente, las empresas también tienen sus zonas de confort, en las que directivos y trabajadores suelen vivir de inercias pasadas, de éxitos logrados. Pero la realidad impone siempre sus leyes y especialmente en economía. 

La complacencia, el vivir de las "rentas", puede resultar muy caro para las empresas. Las zonas de confort organizacionales inhiben la iniciativa, la creatividad y el emprendimiento, son una nefasta receta para la mejora continua y la innovación, tan necesarias en cualquier organización.

El contexto económico actual, en pleno proceso de consolidación de una ansiada recuperación económica, pero sometido a una fuerte influencia por los cambios tan rápidos que se están produciendo en tantos ámbitos, hace enormemente peligroso que las empresas y organizaciones se asienten en sus zonas de confort. El incesante cambio de un entorno cada vez más sometido a estructuras flexibles, impone a las empresas una necesidad de adaptación constante. Por ello, las zonas de confort organizacionales son una pésima situación que se debe evitar. 

La supervivencia de la empresa, garantía del empleo a largo plazo y de la competitividad, se debería conseguir huyendo de las zonas de confort, y por tanto, asumiendo un modelo de gestión basado en:
  1. Equipos directivos comprometidos, con capacidad de liderazgo y competentes en su actividad.
  2. Una gestión de personas basada en su desarrollo y capacitación continua, promoviendo el esfuerzo, el mérito y el desempeño excelente.
  3. Apuesta permanente por la innovación, la creatividad y el emprendimiento e iniciativa.
  4. Mantener el rigor y la exigencia al máximo nivel.
  5. Tomar conciencia de su situación actual y proyectar la visión de a donde se quiere llegar a toda la organización.