viernes, 25 de octubre de 2013

La pirámide de las habilidades



En muchas ocasiones se nos presentan las ideas de forma más clara a través de imágenes que representan conceptos que entendemos mejor. Algo parecido sucede con las habilidades, que identificamos como el talento y capacidad que una persona tiene para realizar una determinada actividad. Tanto a nivel personal como en la empresa, son muchos los ámbitos en los que ese talento y capacidad se ponen a prueba. Así nos encontramos en situaciones que requieren de nosotros un rol de guía, otras veces debemos liderar un proyecto o una situación concreta, en numerosas ocasiones se nos exige saber comunicar y transmitir ideas, a veces necesitamos asumir funciones de dirección de equipos y personas, también son frecuentes las ocasiones que tomar decisiones se convierte en un elemento decisivo que debemos combinar con el arte de negociar y de solucionar conflictos. Todo esto y más son acciones de primera importancia en toda persona que, asuma o no funciones directivas, deberá desarrollar en algún momento. Y este talento y capacidad es lo que en forma de habilidades vamos a representar en una pirámide: la pirámide de las habilidades

Debemos a Abraham Maslow la conocida Pirámide de las necesidades humanas, la Pirámide de Maslow, que acertadamente representa cómo las personas debemos ir superando una serie de necesidades hasta llegar a aquellas que situaba en la cima de la pirámide, las de autorrealización.

Los tres niveles.

Son tres los niveles que podemos considerar. Al primer nivel le llamaría Personal, y está constituido por un conjunto de habilidades que se refieren a la propia persona. Lo considero el más importante, puesto que es la base de nuestro comportamiento. Antes de ser directivo se es persona. Por ello, es la base de la pirámide, una base amplia y fuerte, capaz de soportar un peso importante, el peso de nuestros éxitos, de nuestros fracasos, de los conflictos, de las decisiones, etc.

La base de este nivel la constituye un grupo de habilidades que actúan de soporte a la persona, son su sustento sobre los que deberán apoyarse otras habilidades más instrumentales o aplicadas. En este nivel podemos encontrar las siguientes habilidades: Capacidad de aprender, desarrollo de la visión, estrategia y desarrollo personal, inteligencia emocional, toma de decisiones y gestión del tiempo. Estas habilidades nos elevan al segundo nivel desde el que podemos proyectarnos a las demás personas.


Al segundo nivel le llamo Social, puesto que el conjunto de habilidades que se pueden incluir dan forma a una gran estructura de soporte que consolida el primer nivel, el Personal, que lo enriquece y desarrolla. El nivel Social está determinado por la calidad de nuestras habilidades personales. Aquí nos encontramos con habilidades sociales que tienen como denominador común la relación con otras personas. Por eso, que acertadas son las palabras de Michel Esparza en Amor y Autoestima cuando afirma que la calidad de nuestras relaciones radica en la calidad de cómo somos. De ahí, que esta segunda estructura se hace fuerte cuando las habilidades a nivel personal están maduras, desarrolladas. En el nivel Social encontramos habilidades como el Trabajo en equipo, la comunicación, la gestión de entrevistas, la negociación, la gestión de reuniones, la asertividad, la gestión del jefe y las habilidades sociales. Necesitamos dominar y conocer las habilidades de este segundo nivel para poder acceder al tercer nivel. 


Finalmente al tercer nivel lo identifico con el de la Dirección. A este nivel, como en la Pirámide de Maslow, encontramos el máximo desarrollo en el despliegue de nuestras habilidades. Y este desarrollo se alcanza cuando dirigimos, coordinamos, lideramos personas. El arte de la dirección, y por ende, de la dirección de personas, supone el ejercicio de un amplio abanico de habilidades, que se basa en el desarrollo de los anteriores niveles, personales y sociales, por eso está en la cima de la pirámide. Al igual que la autorrealización en Maslow, no es posible alcanzarla sin antes haber conseguido las precedentes (reconocimiento, afiliación, seguridad y fisiológicas). Las habilidades en la dirección de personas supone un desafío en nuestras relaciones con las personas, implica exigencia, responsabilidad y decisión para garantizar un ejercicio de la función de dirigir personas exitosa. 

En este nivel nos encontramos con las siguientes habilidades: Liderazgo, motivación, desarrollo de personas, efectividad, presentaciones en público, gestión de conflictos, delegación, coaching, gestión del talento y creatividad e innovación.


La gran aventura de descubrirnos y conocernos a nosotros mismos nos ofrece grandes oportunidades, que pasan necesariamente de salir de nuestra comodidad para encontrar el camino de nuestro desarrollo personal. Por ello, la Pirámide de las habilidades que les he mostrado, puede ser ese camino, incierto, pero apasionante, de descubrir que desde la incertidumbre crecemos y nos desarrollamos, porque se activa todo el potencial de creatividad e innovación que todos llevamos dentro.

Tal como enunciaba Víctor Küppers, en su libro "El efecto actitud", el valor de las personas como profesionales se puede representar con la fórmula V = (C + H)*A. Pues bien, a partir de la H, que representa a las habilidades, podemos construir a su vez otra fórmula, que bautizamos como la fórmula de las habilidades. Consistiría en:

H = (Hp * Hs * Hd), en donde Hp son Habilidades personales, Hs Habilidades sociales y Hd Habilidades de dirección de personas.

Como vemos, todas operan multiplicando. Todas son fundamentales, son necesarias, se complementan, se refuerzan y autoalimentan. Las necesitamos todas para obtener un desempeño excelente.


domingo, 6 de octubre de 2013

Héroes del trabajo




A la memoria de mi abuelo Benigno.

"Héroes del trabajo" era el título de un artículo que mi abuelo Benigno publicó en la revista Héroes el 27 de enero de 1925, en el que realizaba un semblante de D. Ezequiel Villazán, Ingeniero Jefe del Ayuntamiento de Madrid con motivo de su fallecimiento.

La relectura de este artículo, emotivo para mí por motivos obvios, me ha reforzado en la idea de que tuvo que ser una persona adelantada para su época. Su actividad, en múltiples facetas, testifican un semblante digno de elogio. Pero lo que más me llamó la atención en este artículo fueron los argumentos que utilizó para definir la actuación y comportamiento del Sr. Villazán como jefe, como responsable de  personas. Y aún más el reconocimiento que daba al trabajo esmerado, eficaz, calificándolo como de heroicidad. Que interesantes argumentos, y qué actuales, dichos hace casi !!!90 años¡¡¡.

Habla de laboriosidad, de talento, que tanto responsables como subordinados "supieron apreciar sus dotes" y "fueron también los obreros donde alcanzaron las caricias paternales del jefe y del amigo, siempre noble, caritativo y generoso".

Habla de "Hombres sabios, que al ejercer sobre el humilde obrero su autoridad, lo hacen con tanta rectitud como dulzura,...". Se aprecia una interesante referencia a los valores y a un enfoque de corte claramente humanista. 

Esta referencia histórica y personal, me sirve para focalizar el análisis en la importancia de la dimensión humana en el desempeño de nuestro trabajo, sea como directivo o no.  Héroes del trabajo es un alegato en defensa del trabajo bien hecho, del respecto de la dignidad del trabajador, de la rectitud de comportamientos, del trato generoso hacia la persona. Sin citarlo, mi abuelo estaba hablando del verdadero liderazgo.

La tarea directiva tiene intrínseca un modo de actuar que implica la totalidad de la persona, por lo que antes de directivo se es persona. El directivo se hace y crece en la medida que se desarrolla como persona, desplegando todo su potencial. Sólo desde una persona madura y con fundamentos morales sólidos es posible hablar de buenos responsables. Se dice actualmente, que el líder del siglo XXI es aquel que ha comprendido que la generosidad es la pieza clave para entender el desarrollo personal y directivo. ¿Es posible entender un liderazgo actual sin las premisas de la generosidad, la confianza y el servicio? No lo creo. Reconozco que esto implica un cambio de mentalidad, abandonar modelos de liderazgo trasnochados y muy superados. Y esto precisa de un proceso de transformación como personas y como directivos. Por eso es tan importante una formación integral que apueste por los valores, por una visión integral de la persona, una formación humanista.

El caso es que muchas veces, el devenir de los acontecimientos no nos dejar ver con claridad lo que realmente necesitamos. Supone un gran acierto llegar a identificar aquellas habilidades personales que practicadas con tesón y constancia, pueden producirnos más logros en el trabajo y a la postre, proporcionarnos mayores satisfacciones. 

Otro concepto que me resulta sorprendente dicho hace 90 años es la referencia a "Hombres sabios..." Que interesante argumento: la sabiduría del líder. Domènec Melé afirma que "la sabiduría y el liderazgo se funden en personas con amplitud de miras, conocimiento del hombre, y por supuesto, compromiso con la búsqueda de la verdad y el bien". Esto nos lleva a preguntarnos, ¿cómo se lleva la sabiduría a las empresas y organizaciones? Algunos lo consiguen mediante el despliegue de aspectos tan decisivos como:

  • El análisis justo de las situaciones y problemas.
  • La reflexión equilibrada y profunda de las consecuencias de nuestras acciones y decisiones.
  • Pensando en las personas y no sólo en los resultados a corto plazo.
  • Actuando y buscando el bien común aunque suponga sacrificios.
  • Haciendo y comprometiéndose con la verdad.
  • Buscando lo que es recto.
  • Tratando de orientar la conducta hacia la excelencia.
La autoridad bien ejercida es igualmente un elemento determinante en el desempeño excelente. El poder que manda frente a la autoridad que influye. Estoy convencido que pocos factores tienen tanta transcendencia en el trabajo de las personas como saberse dirigidas con autoridad y sabiduría hacia objetivos compartidos e ilusionantes para todos. 

Directivos, jefes, mandos que no han actuado como poder autoritario en sus organizaciones han visto la empresa como una auténtica oportunidad de crear una comunidad de personas y no sólo un instrumento para generar beneficios. Han ejercido un verdadero liderazgo a través del conocimiento de las personas que componían sus equipos y han sabido desarrollar una actuación que pasa por:
  • Establecer metas atractivas
  • Exigir y corregir, pero al mismo tiempo comprender y perdonar.
  • Entender qué podía hacer feliz a la gente y qué no.
  • Fomentar la formación como herramienta de desarrollo de personas.
  • Potenciar las motivaciones que más satisfacción generan.
Finalmente, me detendré en la generosidad. Inmaculada Cerejeido dice que "La generosidad significa saber que también hay de dejar a otros la oportunidad de que den para que puedan sentir la satisfacción de dar. Y que sólo es generosidad ofrecer lo que otros necesitan y no la entrega de lo que a uno mismo le apetece ofrecer." Cuando se consigue un objetivo que no tiene en cuenta al equipo que lo ha apoyado, es un planteamiento que a largo plazo no compensa. Sólo desde planteamientos amplios, basados en la ganancia común y en la mejora para todo y todos, se consiguen grandes resultados. Yo crezco aún más si los que me rodean crecen conmigo. Así es el liderazgo que basa su actuación en la generosidad.

Así debió ser D. Ezequiel Villazán, cuyas virtudes como responsable de equipos y personas, glosó mi abuelo Benigno, en un artículo periodístico que traigo a la memoria y que me ha servido para reflexionar sobre las virtudes que deben acompañar a un buen directivo y que a modo de conclusión podemos sacar esta enseñanza, que en mi humilde opinión, los convierte en verdaderos héroes del trabajo:


"El poder lo da el cargo, la autoridad las personas".


Benigno Pereda del Río