martes, 29 de mayo de 2012

Salario emocional


Si en el anterior post me refería a la motivación trascendente, es decir, aquella fuerza interior que mueve a las personas a actuar por las consecuencias de sus acciones en los demás, en esta ocasión quiero acercarme al mundo, siempre apasionante, de las emociones, y concretamente el sugerente concepto del salario emocional. No dejamos, por tanto, el terreno de la motivación, pues al salario se le ha considerado como uno de los elementos básicos, el que habitualmente se utiliza en el proceso motivacional de los trabajadores.

Si identificamos al salario tradicional con la compensación económica que la empresa hace por nuestro trabajo, el salario emocional se refiere a todo aquello que formando parte de las relaciones laborales, da un mayor sentido al trabajo realizado, y nos hace sentirnos mejor. Desde el reconocimiento a nuestro desempeño, a los logros realizados, al ambiente laboral reinante, a facilitar la necesaria conciliación de la vida laboral y familiar, a las relaciones personales y profesionales con compañeros y superiores, etc. Estos pueden ser algunos elementos de ese salario emocional anhelado por todas las personas, pero al que podríamos añadir otros muchos de carácter intangible que contribuyen a la satisfacción de una persona en el desempeño de su trabajo. Y es que la satisfacción personal en el trabajo es una compleja ecuación en la que intervienen múltiples factores.

En definitiva, en plena crisis económica, cuando las dificultades por las que pasan muchas empresas e instituciones públicas son abrumadoras, pensar a corto o incluso medio plazo en la retribución como un instrumento motivacional parece una quimera. Más bien habría que reivindicar desde los ámbitos de gestión de personas, el desarrollo de todo lo que implica el salario emocional y de cómo a través de éste, desarrollar estrategias que mejoren el compromiso y la satisfacción de los trabajadores. Debemos considerar al salario emocional como un valor añadido cada vez más valorado y considerado que nos introduce de lleno en el apartado siempre complejo de los intangibles, del capital humano, del que nos ocuparemos en otra ocasión.

lunes, 21 de mayo de 2012

Motivación trascendente




Si hay un tema que disfruto especialmente cuando lo explico a mis alumnos de Dirección de Recursos Humanos y Habilidades de Dirección, ese es el de la motivación. Hablando de personas, de sus competencias, de sus habilidades, referirse a la motivación es acercarnos a lo que las mueve. Por tanto, es un tema capital. Me gusta referirme a la motivación como la fuerza interior que determina en las personas la necesidad latente de mostrar un comportamiento dirigido hacia la consecución de sus objetivos.

Hay quien acertadamente relaciona la motivación con la vocación. Yo participo de esta relación. Tener una vocación significa descubrir que la vida tiene un significado. Una vocación da una dirección a la vida, una energía poderosa para extender la mano a los nuevos horizontes. Significa que nosotros nos motivamos totalmente; nosotros tenemos una razón para ser lo que somos, y haciendo lo que hacemos con la alegría, el optimismo y la convicción de que somos valiosos.

Recuerdo las muy oportunas palabras que el Papa Benedicto XVI dice que su Encíclica Spe Salviel presente aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”. El Papa nos da a entender que a pesar de las dificultades, es necesario tener una meta, y si esa meta es lo suficientemente grande, justificará el esfuerzo. Aparecen los elementos fundamentales en el proceso motivacional de las personas: esfuerzo personal, una meta u objetivo y una necesidad o carencia que nos mueve a actuar.

Por tanto, nos podemos plantear la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que nos mueve a las personas a luchar en la vida?

En primer lugar tenemos la motivación que viene de fuera, la comúnmente llamada motivación extrínseca; esta motivación, como su propio nombre nos indica, nos viene de factores externos a nosotros. El afecto o la seguridad que se nos da cuando crecemos son ejemplos de motivación extrínseca, como también lo es el trabajo que realizamos, el dinero que recibimos de la empresa y que nos incentiva a trabajar.

La motivación intrínseca es aquella por la que nosotros mismos nos esforzamos y nos ponemos nuestras metas. Todos tenemos muchos ejemplos propios o cercanos en los que la motivación intrínseca ha sido protagonista: el estudiante que justifica sus buenos resultados académicos con la cantidad de esfuerzo que le ha puesto, y no con la suerte o con factores externos, el trabajador que es cumplidor, riguroso en su trabajo, leal con la empresa, colaborador con los compañeros, el padre de familia que necesita sacar adelante a sus hijos, el trabajador que desea alcanzar un desarrollo personal y profesional.

Por último, es la motivación que suele pasar inadvertida, ya que no es habitual mencionarla, me refiero a la motivación trascendente. Esta motivación no es para nosotros, sino para los demás. Las personas que viven con esta motivación como filosofía viven para ayudar a los demás, en el día a día, dedicando lo mejor de sí en sus obligaciones y responsabilidades. La motivación trascendente viene a ser aquel impulso que mueve a las personas a actuar por las consecuencias de sus acciones para otras personas. O, dicho de otra forma, que les impulsa a actuar para servir a los otros. Lo que diferencia a esta motivación es que las necesidades que la acción busca satisfacer son necesidades de personas distintas de aquella que realiza la acción. A esta motivación nos referimos frecuentemente cuando hablamos de generosidad o espíritu de servicio. Esta motivación recoge el hecho de que un ser humano no es indiferente a las necesidades o las satisfacciones de los otros seres humanos. Contrariamente a lo que se pueda pensar de una sociedad aparentemente tan volcada al egoísmo, lo cierto es que la motivación trascendente es una fuerza de bastante intensidad dentro de los seres humanos. Otra cuestión será que la sociedad la tenga adormecida ¿Será algo pretendido? Muchas veces necesitamos que nos “despierten”, necesitamos modelos, necesitamos ejemplos que seguir.

Estos tres tipos de motivación se pueden relacionar por el horizonte temporal por el que se ven afectados. A saber, la motivación extrínseca se relaciona con el corto plazo, si conseguimos ese merecido aumento de sueldo que llevamos tiempo negociando o esperando, pero una vez conseguido sus efectos motivadores se desvanecen en poco tiempo, la motivación intrínseca se vincula mejor con el medio plazo, ese objetivo que nos hemos planteado conseguir, como por ejemplo, el nombramiento de una jefatura de departamento largamente trabajada, terminar la carrera universitaria, etc. Finalmente, la motivación trascendente se relaciona con el largo plazo, pues sólo las cosas verdaderamente importantes, las que prestamos atención a los susurros de nuestra alma, son las que nos hace movilizarlos en un horizonte largo, las que nos hace dirigirnos hacia comportamientos menos egoístas y por tanto, nos hace tomar conciencia de lo que somos, permitiendo no solo mejorar nuestro entorno personal y laboral, sino transformarlo. Esta motivación trascendente nos hace recorrer caminos para abordar la vida y el trabajo desde la generosidad, la confianza, la actitud de servicio y que nos hace conquistadores de grandes proyectos.

En pleno contexto económico influido por una brutal ola de pesimismo, son más necesarias que nunca fuerzas interiores que huyan del egoísmo rampante que todo lo invade. Son necesarias actitudes valientes que apuesten por la generosidad como un valor necesario en una sociedad deseosa de nuevos valores. Cuando la “meta es tan grande que justifique el esfuerzo”, la motivación trascendente debe ser un elemento necesario en las personas para hacer frente a un escenario económico tan difícil, “un presente fatigoso” como el actual, pero al que las personas tenemos el deber de hacerle frente adecuadamente, y la motivación trascendente, será un valioso aliado.

jueves, 3 de mayo de 2012

La hora de los sensatos


En una magnífica conferencia pronunciada por Leopoldo Abadía el pasado 25 de abril de 2012 en Madrid en el encuentro organizado por ASEPEYO para conmemorar el Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, destaca con su habitual claridad la importancia fundamental de la persona para entender la crisis actual y de cómo las opciones de salida a esta situación tan angustiosa para muchas personas, pasa necesariamente por una vuelta, por un retorno a los valores, es la hora de los sensatos, en palabras de Abadía, y que mejor reflexión que las palabras con las que terminaba la conferencia, que no tienen desperdicio:

 “El fabricante de este invento que es el hombre nos ha puesto un manual de instrucciones, que no es un manual de prohibiciones, es un manual que te dice:

·         Si eres honrado serás más persona.
·         SI eres sincero serás más persona.
·         Si ayudas a los demás serás más persona.
·         Si no metes la mano en la caja ajena serás más persona.
·         Si trabajas mucho serás mas persona.

Y nos lo hemos saltado, y llevamos muchos años jugando al todo vale. Y si todo vale, vale todo. O sea, yo te pongo la zancadilla a ti y tú a mí. Y el que tenga la pierna más larga gana. Con una condición, que el que pierda que no se queje porque jugábamos a esto.

Entonces, yo creo que en este tramo, largo, largo, que tenemos que hacer entre todos  apasionante, apasionante, apasionante, el sensato tiene que hacer todas esas cosas que hemos dicho hasta ahora:
·         Tener criterio,
·         Ser optimista,
·         No distraerse,
·         Ser prudente,
·         En las relaciones con las entidades financieras, comprar lo que se entienda,
·         Trabajar mucho, o sea como siempre,
·         Trabajar como nunca de bien,
·         Dar vueltas a la cabeza como nunca,
·         Y de paso, darle un repasillo al manual de instrucciones por si alguna parte se nos ha quedado un poco oxidada y volver a sacarle brillo.”